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Canción de cuna para un cadáver - Robert Aldrich (1964)

Charlotte, cadáver, Robert, AldrichTítulo original - Hush... Hush, Sweet Charlotte
Año - 1964
Duración - 133 min.
País - Estados Unidos
Director - Robert Aldrich
Guión - Lukas Heller y Henry Farrell
Música - Frank DeVol
Fotografía - Joseph Biroc
Montaje - Michael Luciano
Producción - Robert Aldrich
Productora - 20th Century Fox
Género - Intriga, Thriller psicológico
Reparto - Bette Davis, Olivia de Havilland, Joseph Cotten, Agnes Moorehead, Cecil Kellaway, Victor Buono, Mary Astor, George Kennedy, William Campbell, William Marshall, Bruce Dern


Dos años después de la magistral ¿Qué fue de Baby Jane? (1962), el bueno de Robert Aldrich dirigió y produjo un nuevo trabajo pensado para el lucimiento de la inolvidable Bette Davis, esta vez acompañada por Olivia de Havilland, Joseph Cotten y Agnes Moorehead. Un largometraje que muchos insisten en comparar con el primero, no sin algo de razón, todo hay que decirlo, pero que merece la pena disfrutar sin ningún género de dudas, por su excelente reparto, lo inverosímil que resulta su guión, la brillante fotografía de Joseph Biroc, la maestría de la partitura de Frank DeVol y el buen hacer del memorable Robert Aldrich. Similitudes con el anterior tiene algunas, pero menospreciarla por ello resulta un tanto absurdo, al menos para mi.

Charlotte, cadáver, Robert, Aldrich

Sinopsis: Charlotte Hollis (Bette Davis) vive recluida en la mansión familiar que heredó de su querido padre, sin haber llegado a recuperarse nunca de la trágica muerte de su gran amor, un hombre casado llamado John Mayhew (John Mayhew), de la que el pueblo la hace responsable. Con evidentes problemas mentales y la única compañía de su siempre malhumorada criada Velma (Agnes Moorehead), recibe la noticia de que el estado está a punto de expropiar sus tierras para la construcción de una autopista, por lo que intentará recurrir a su prima Miriam (Olivia de Havilland) y a su viejo amigo Drew (Joseph Cotten), para intentar evitar a toda costa que la echen del que siempre ha sido su hogar.

El director: Robert Aldrich fue un director de cine, guionista y productor estadounidense. Se inició en los estudios RKO y fue ayudante de dirección de Jean Renoir, Joseph Losey y Charles Chaplin. En las tres décadas que permaneció en activo, nos dejó mas de una treintena de trabajos dirigidos, entre los que podemos destacar: Apache (1954), Vera Cruz (1954), La podadora (1955), El beso mortal (1955), Hojas de otoño (1956), Ataque! (1956), El último atardecer (1961), Sodoma y Gomorra (1962), ¿Qué fue de Baby Jane? (1962), El vuelo del Fénix (1965), Doce del patíbulo (1967), La leyenda de Lylah Clare (1968), Comando en el mar de China (1970), La banda de los Grissom (1971), La venganza de Ulzana (1972), El emperador del norte (1973) y la que hoy nos ocupa.

La película: Lo primero que siempre me viene a la mente cuando observo los estropicios que las actrices actuales cometen al someterse a innumerables intervenciones de cirugía estética, es la variedad y calidad de trabajos que la inolvidable Bette Davis nos dejó durante su carrera, pero en especial los que realizó ya con una edad avanzada. Tanto estirarse la cara acaba por inmovilizar sus rostros, que pierden por completo la capacidad de expresión que deberían tener. En el trabajo que hoy nos ocupa, tras una larga escena introductoria, los títulos de crédito iniciales son acompañados de la imagen de Bette, que por si no fuera suficiente el alarde interpretativo que nos dejará en las dos horas largas que dura la película, nos regala como aperitivo un abanico de gestos y muecas que van desde la alegría a la pena, sin siquiera tener que soltar una palabra, algo que en la actualidad pocas actrices de su edad podrían siquiera imitar.

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Digo esto porque, siempre hablando en mi modesta opinión, solo con tenerla a ella en el reparto ya merece la pena ver la película. Ahora bien, el trabajo del que hablamos hoy es como la hermana pequeña de un genio en cualquier materia, siempre a la sombra del mayor e injustamente comparada continuamente con el. No alcanzo a comprender porque esto resulta tan importante para muchos aficionados o críticos, porque si las similitudes entre uno y otro existen, estas se limitan a ser un drama psicológico ambas y a el papel de su principal protagonista, muy similar al que realizó en la magistral ¿Qué fue de Baby Jane? un par de años antes. Si solo por eso somos incapaces de ver una sin compararla con la otra mal vamos, ya que no existen tantas posibilidades de disfrutar de esta enorme actriz como para dar de lado o menospreciar uno de sus grandes papeles.