* Año - 1968
* Duración - 88 min.
* País - Suecia
* Director - Ingmar Bergman
* Guión - Ingmar Bergman
* Música - Lars Johan Werle
* Fotografía - Sven Nykvist
* Montaje - Ulla Ryghe
* Sonido - P.O. Pettersson y Lennart Engholm
* Maquillaje - Börje Lundh
* Productora - Svensk Filmindustri
* Género - Drama, Terror
* Reparto - Max von Sydow, Liv Ullmann, Erland Josephson, Gertrud Fridh, Ingrid Thulin, Gudrun Brost, Naima Wifstrand, Ulf Johansson, Bertil Anderberg, Georg Rydeberg
Ingmar Bergman es el responsable de esta obra única, tanto para bien como para mal, que no dejará indiferente a ninguno de los que se atrevan a hincarle el diente. Una de las películas mas personales del peculiar realizador, que mezclando drama y terror, representa ante nuestros ojos la vida y los demonios de un artista de una forma tan abstracta como certera. Cine para unos pocos donde destacan las interpretaciones de Max von Sydow y Liv Ullmann.
Sinopsis: Johan Borg (Max von Sydow) es un excéntrico pintor que se ha mudado a una isla junto a su mujer Alma (Liv Ullmann) en busca de la soledad y tranquilidad que necesita para dedicarse al arte. Pero conforme pasan los días, el artista experimenta una extraña transformación por la que sus demonios se manifiestan cada vez con mas virulencia, alejándolo cada vez mas de la realidad, ante lo que su esposa poco puede hacer, mas que permanecer a su lado y seguir siendo su vinculo con el mundo real.
El director: Hablar de Ingmar Bergman es hablar de uno de esos genios admirados e incomprendidos a partes iguales. Su trabajo, inconfundible y con señas propias de identidad, perdura en el tiempo como perduran las obras de aquellos que son capaces de dejar su impronta en todo lo que crean, realizando trabajos que a nadie dejan indiferentes.
Hijo de un pastor luterano, creció bajo una educación "basada en conceptos como pecado, confesión, castigo, perdón y misericordia, factores concretos en las relaciones entre padres e hijos, y con Dios", como el mismo indica en sus memorias, "Los castigos eran algo completamente natural, algo que jamás se cuestionaba". Esto condicionó su vida y, por supuesto, su obra, trasladando en muchas ocasiones sus experiencias y las consecuencias que en el tuvieron. La muestra mas clara de ello es 'Fanny y Alexander', su último trabajo en el que Alexander es un niño de 10 años que representa al propio director. Con ella ganaría el Óscar, el Globo de Oro y el César a la mejor película extranjera, poniendo un broche de oro a una magistral carrera y dedicándose a su amado teatro.
Toda su obra merece ser disfrutada, pero os dejo algunos títulos que podría destacar, siempre desde mi humilde punto de vista: 'El séptimo sello' (1956), 'Fresas salvajes' (1957), 'El rostro' (1958), 'El manantial de la doncella' (1959), 'Persona' (1966), 'La vergüenza' y 'La hora del lobo' (1968), además de la ya mencionada 'Fanny y Alexander' (1982), unos cuantos ejemplos dentro de una jugosa filmografía que bien merece ser tenida en cuenta a la hora de valorar a los mejores directores que ha dado el séptimo arte, entre los que seguro se encuentra Ingmar Bergman.
La película: Ante todo tengo que advertiros de que esta no es una película para todos los gustos, ademas de señalar la enorme diferencia existente entre este cine y el desgranado en las anteriores entregas de esta sección, dedicada a los clásicos del cine de terror. Para muchos puede resultar incomprensible, algo que no debe hacerlos suponer que sepan menos que nadie, ya que es incluso lógico. Los motivos que llevan a ello son claros, el trabajo comienza mostrándonos una relación entre dos personas que, siendo mas o menos normal, si que es fácilmente entendible, pero que lentamente irá enrareciéndose, a la vez que los demonios que acosan al artista se vayan manifestando de las formas mas variadas. Por lo tanto, la historia se tornará cada vez mas abstracta, al mismo ritmo en el que las capacidades de su protagonista se vayan deteriorando.
Uno de los grandes aciertos del director es la forma en la que nos hace partícipes de ese sufrimiento, imprimiendo en la película gran parte de el mediante un ambiente malsano que te rodea poco a poco atrapándote sin remedio. Recuerdo perfectamente la extraña sensación de alivio que sentí cuando finalizó, aunque fue algo efímero que duró muy poco tiempo, ya que te obliga a seguir digeriéndola durante bastante tiempo, por lo que puedo asegurar que es uno de los trabajos que peor me lo han hecho pasar delante de una pantalla, no ya por sus terroríficas escenas, sino por el profundo malestar que fue capaz de inculcar en mi, algo impensable antes de su visionado.
Los aspectos visuales de este trabajo están rigurosamente cuidados, algo característico del director en toda su obra, desde la maravillosa fotografía de Sven Nykvist, que nos deja cientos de imágenes para el recuerdo entre las que destacan los primerísimos planos de sus dos protagonistas, como por la magnífica iluminación utilizada, tanto en las escenas durante la noche, donde la oscuridad solamente interrumpida por la tenue luz de alguna vela o la que proporciona la luna entrando por la ventana, nos regala una amplia paleta de tonos grises que contrasta poderosamente con las tomadas durante el día, sobre todo en los paisajes de la desolada isla, donde los blancos saturados inundan la pantalla produciendo un contraste que ayuda en la creación de las atmósferas que presiden toda la historia. En cuanto a la sencilla banda sonora de Lars Johan Werle, decir que acompaña a la perfección a ciertos tramos de la historia, contrastando con los largos periodos de silencio que la caracteriza.
En el reparto hay que destacar la labor realizada por sus dos protagonistas, que acaparan casi la totalidad del metraje total. Max von Sydow interpreta a la perfección al artista Johan Borg, victima de sus propias inquietudes y demonios. Consigue de forma muy eficaz que nos metamos en la piel del pintor, siendo un pilar fundamental en la historia, al igual que la musa de Bergman, Liv Ullmann, que interpreta a Alma, la sufrida esposa de Johan, testigo impotente del progresivo hundimiento de su marido. Destaca la tremenda naturalidad que derrocha ante la cámara, ocupando gran parte de esos interminables silencios que nos regala la historia.
Conclusión: 'La hora del lobo' es una obra que, al igual que ocurre cuando observamos un cuadro abstracto, queda sujeta a multitud de interpretaciones diferentes, no quedando casi nunca claro donde comienza y donde termina la realidad. Su mayor virtud, aparte de sus grandes interpretaciones y su peculiar aspecto, reside en la capacidad del director para hacernos sentir parte del sufrimiento que el artista y su mujer experimentan. Lo peor de ella es lo poco concisa que resulta, algo que gustará a algunos pero desconcertará a otros muchos. Lo que si te puedo asegurar es que no creo que encuentres un producto que siquiera se asemeje a ella y solo por eso, ya merece la pena dedicarle hora y media.
"Rompes el espejo y miras los pedazos que reflejan pequeñas partes de tu persona, reconoces ese rompecabezas pero no eres capaz de asegurar si eres tú o son fragmentos de quienes persiguen a tu mente."
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