Año - 1960
Duración - 89 min.
País - Francia
Director - Jean-Luc Godard
Guión - Jean-Luc Godard, basado en un argumento de François Truffaut
Música - Martial Solal
Fotografía - Raoul Coutard
Montaje - Cécile Decugis
Producción - Georges de Beauregard
Productora - Impéria Films / Société Nouvelle de Cinema
Género - Drama, Romance, Nouvelle vague
Reparto - Jean-Paul Belmondo, Jean Seberg, Daniel Boulanger, Henri-Jacques Huet, Roger Hanin, Jean-Pierre Melville, Jean-Louis Richard, Claude Mansard, Jean-Luc Godard
Jean-Luc Godard creó el guión sobre un argumento de François Truffaut y dirigió esta genuina obra que ha pasado a la historia del celuloide como el punto de partida de todo un movimiento que tiró por tierra los cánones que en el cine francés eran utilizados hasta la fecha, la Nouvelle vague. Un trabajo imprescindible para los amantes de este arte, y necesario para entender el cine de francés que se hizo a continuación, aunque un tanto brusco si no tenemos en cuenta su repercusión. Jean-Paul Belmondo y Jean Seberg ponen el resto, en dos papeles inolvidables.
Sinopsis: Michel (Jean-Paul Belmondo) es un delincuente que, tras robar un coche en Marsella, emprende viaje a París para cobrar un dinero que se le adeuda. Todo se complica cuando se salta un control policial y tras una persecución acaba matando a un motorista que lo persigue. Ya en la ciudad, va a ver a su amiga Patricia (Jean Seberg), una estadounidense que sobrevive vendiendo el New York Herald Tribune por los Campos Elíseos y sueña con matricularse en la universidad y llegar a ser escritora. Michel intenta convencerla para que vuelva a acostarse con el y lo acompañe a Roma, pero ella no parece muy convencida, a pesar de desconocer que es perseguido por la policía.
La película: He de comenzar diciendo que me resulta extremadamente difícil imaginar a un espectador joven disfrutando de una obra como esta, algo que no seré yo quien le eche en cara, ya que me parece incluso comprensible. Y es que À bout de souffle no es mas que el primer escalón del sueño de un grupo de directores hastiados con el cine que se realizaba en la época, y como casi todos los primeros pasos en una revolución de este tipo, deja bastante que desear en muchos aspectos. Es por tanto justo admitir que si no fuese por la enorme repercusión que tuvo este trabajo y por la indudable brillantez de la presencia de Jean-Paul Belmondo y Jean Seberg, su nota sería bastante menor.
Se que solo por este primer párrafo, ya habré hecho enfadar a mas de un cinéfilo, si es que alguno se digna a leer mi humilde opinión sobre el tema, pero no soy persona de dejarme llevar por modismos o corrientes de opinión, por lo que escribo solamente lo que opino, para bien o para mal. Pero no quiero que toméis mis palabras como definitivas, ni penséis que yo creo saber mas que nadie, ya que mi consejo es que la veáis para poder formaros vuestra propia opinión, algo que si sois de los que amáis este arte, debéis hacer si o si.
Y es que resulta curioso ver como somos los seres humanos y como es esta vida en general, algo que mientras veía la película rondaba por mi cabeza. En concreto, hay una escena en la que nuestros protagonistas van hablando por la calle y se ve a los viandantes volver la cabeza descaradamente para ver que es lo que se está filmando, algo que si ocurre en cualquier otro trabajo de cualquier otro realizador, recibiría tal cantidad de descalificaciones por parte de crítica y público que le sería difícil poder volver a dirigir un simple anuncio de televisión. Pero claro, lo que para algunos es un despropósito tras otro, para otros es la forma original de romper con las reglas, algo que arrastra seguidores, e incluso fanáticos, de una forma brutal.
Jean-Luc Godard realiza un trabajo mas pendiente de la salida de tono que de la creación de un estilo propio. Su dirección de actores es prácticamente inexistente, o al menos lo suficientemente tibia como pasar desapercibida. El guión resulta interesante pero extrañamente estructurado. De hecho, sin el interminable alargue que se realiza de ciertas escenas, la historia que con ello da para 90 minutos, sería fácilmente escribible en un simple folio, ya que resulta de lo mas sencilla y bastante lineal. Tiene ciertos tintes que recuerda en muchos momentos al cine negro, aunque la indefinición que el realizador utiliza en casi todo, hace que sea imposible pensar siquiera en meterlo en el citado género.
En los aspectos técnicos, resulta indescriptible la cantidad de salidas de tonos que Godard emplea en este trabajo. Cortes sin ningún tipo de pudor, un uso de la cámara que podemos calificar de curioso en algunos momentos, utilización de planos secuencia interminables, diálogos que aspiran a copar el protagonismo pero resultan en muchos momentos bastante superfluos y toda una batería de innovaciones que en su momento golpearon con fuerza a un espectador ya acostumbrado a pocos cambios, pero que en la actualidad han perdido gran parte de su fuerza inicial.
La banda sonora fue encargada a el compositor y pianista francés de jazz, Martial Solal. En ella se combinan fragmentos de jazz similares a los utilizados en el cine negro, con otros tan incalificables como lo es la obra en general. De hecho, es este el único trabajo en el que Solal se encargó de la banda sonora, al menos el único que yo conozco. Os lo dejo para que lo escuchéis si os apetece.
Si dirigimos la mirada hacia su reparto, en el encontramos lo mas llamativo de este trabajo, ya que no alcanzo a imaginar esta obra sin la participación de sus dos actores protagonistas. Jean-Paul Belmondo interpreta a Michel Poiccard, un joven sin ningún tipo de dilema moral, que avanza por la vida por el impulso que va cogiendo apoyándose en los demás, a los que usa a su antojo de forma cruel. A su lado está la actriz Jean Seberg, que da vida a Patricia Franchini, una joven llena de inocencia y multitud de sueños, que duda de todo y de todos, no pareciendo tener claro casi nada en esta vida. Su presencia ante la cámara es poco menos que hipnotizante, o al menos ese es el efecto que tuvo en mi, ya que posee una belleza embriagadora, necesaria para lucir ese corte de pelo que tanto bien le hace a sus hermosos rasgos, como se lo hizo a Mia Farrow en su momento. Ambos copan toda la atención y el protagonismo, eclipsando el trabajo del resto del reparto.
Conclusión: Al final de la escapada es un título que merece ser visto, principalmente por la enorme influencia que tuvo en el cine que se realizó con posterioridad, tanto en Francia, como en Europa y Estados Unidos. He de reconocer que pocos trabajos pueden presumir de algo así, aunque en mi modesta opinión sus innumerables innovaciones y su vocación vanguardista no llegan para que se convierta en uno de esos trabajos que figuran entre mis debilidades, aunque si que merecen todo mi respeto y admiración. Es lo que tienen los transgresores y sus obras, que resultan fundamentales en la historia, pero son incomprendidos por muchos. Quiero finalizar con una frase que el propio Godard pronunció y que puede ser bastante esclarecedora a la hora de juzgar su obra y las intenciones que tenía cuando la creó: “Lo que quiero es destruir la idea de cultura... La cultura es una excusa del imperialismo”. Juzguen ustedes mismos.
El director: Jean-Luc Godard (París, 3 de diciembre de 1930) es un director de cine franco-suizo. Cultiva un cine creador, vanguardista, pero accesible en su conjunto. Es experimental respecto al montaje considerado clásico. Es uno de los miembros más influyentes de la Nouvelle vague, a la vez caracterizado por su acidez crítica y por la poesía de sus imágenes.
Hijo de un médico y de una hija de banqueros suizos, vivió sus primeros años en este país, para trasladarse a París durante su adolescencia, donde estudiaba etnología en la Sorbona. En 1950 empezó a trabajar como crítico cinematográfico en varias revistas, entre ellas Cahiers du Cinéma, en las que utilizaba el seudónimo de Hans Lucas. En esta publicación coincidiría con la plana mayor de la Nouvelle vague, es decir, con François Truffaut, Éric Rohmer, Claude Chabrol y Jacques Rivette.
Su filmografía es interminable, por lo que me limitaré a enumerar algunos de sus trabajos mas representativos, siempre desde mi punto de vista:
Al final de la escapada (1960)
Una mujer es una mujer (1961)
Los siete pecados capitales (1962)
Vivir su vida (1962)
Los carabineros (1963)
Jean-Luc Godard filmando 'Al final de la escapada' |
El desprecio (1963)
Una mujer casada (1964)
Banda aparte (1964)
Pierrot el loco (1965)
Origen USA (1966)
Masculino, femenino (1966)
Dos o tres cosas que yo sé de ella (1967)
La Chinoise (1967)
Vladimir y Rosa (1970)
Número dos (1975)
Salve quien pueda (la vida) (1980)
Pasión (1982)
Yo te saludo, María (1984)
Nouvelle vague (Nueva ola) (1990)
Allemagne 90 neuf zéro (1991)
For Ever Mozart (1996)
Elogio del amor (2001)
Nuestra música (2004)
Adiós al lenguaje (2014)
Fuentes consultadas: Filmaffinity, Imdb, Wikipedia y Youtube
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