Año - 1951
Duración - 77 min.
País - Estados Unidos
Director - John Berry
Guión - Dalton Trumbo, Hugo Butler, Guy Endore (Novela: Sam Ross)
Música - Franz Waxman
Fotografía - James Wong Howe
Montaje - Francis D. Lyon
Producción - Bob Roberts
Productora - Roberts Pictures Inc. / United Artist
Género - Cine negro, Drama
Reparto - John Garfield, Shelley Winters, Wallace Ford, Selena Royle, Robert Hyatt, Gladys George, Keith Hetherington, Norman Lloyd, Clancy Cooper, Vicki Raaf, Robert Karnes
Yo amé a un asesino fue la última película del genial John Garfield, que quien sabe cuantas alegrías mas hubiera dado a los aficionados al cine. Dirigida por John Berry, llevando a la gran pantalla el guión escrito por Dalton Trumbo, Hugo Butler y Guy Endore, que a su vez adaptan una novela de Sam Ross, es sin duda uno de los mejores trabajos del discreto director, junto a Tension (1949), además de una de las mejores actuaciones de Garfield, acompañado por Shelley Winters. Cine negro con ciertas carencias, que no llegan a evitar que merezca la pena disfrutarlo, aunque si que alcance cotas mucho mas altas.
Sinopsis: Nick Robey (John Garfield), un delincuente de poca monta que convive con una madre alcohólica (Gladys George), se ve arrastrado a cometer un atraco incitado por su compinche Al Molin (Norman Lloyd), pero la precipitación de ambos hace que salga mal y tanto Al como un Policía resulten gravemente heridos. Totalmente aturdido, se mezcla con la gente y accede a una piscina pública donde conoce a Peg Dobbs (Shelley Winters), una ingenua joven a la que se ofrece a enseñar a nadar. Tras salir esta accede a que Nick la acompañe a casa, donde vive con sus padres y su hermano pequeño, por lo que este decide refugiarse allí hasta que pase el peligro.
La película: John Berry no fue un director excesivamente prolífico, dejando entre su escueta filmografía cuatro títulos que merece la pena disfrutar: De hoy en adelante (1946), Casbah (1948), la que hoy nos ocupa y Tension (1949), el que es para mi su mejor trabajo. Yo amé a un asesino fue su quinta película, la última con bandera estadounidense hasta 1966, año en el que dirigió la descafeinada Maya, debido a su inclusión en la lista negra por ser sospechoso de realizar actividades comunistas. De hecho, cuando se lanzó la película, tanto el como los guionistas Dalton Trumbo y Hugo Butler no fueron acreditados, para evitar que la censurasen.
En esta ocasión, con un presupuesto ridículo y después de superar todas las trabas posibles, consigue realizar una buena película que creo, no ha sido muy bien tratada, en comparación de lo que es capaz de ofrecer. Está claro que no está entre las mejores del género, principalmente porque Berry y su equipo no crean en muchos momentos la tensión que tan bien le hubiera venido, pero tiene otras características que la hacen muy recomendable, como por ejemplo el análisis que realiza del ser humano y de su comportamiento ante ciertas situaciones extremas, no ya solo en la persona de nuestro protagonista, sino en la de la familia que pierde su tranquilidad, su seguridad y la normalidad de su vida, por la presencia de este.
El guión, obra de Dalton Trumbo, Hugo Butler y Guy Endore, resulta correcto en sus diferentes facetas, aunque no llega a exprimir la historia como esta merece. Su ritmo es bueno, pero algunas de las situaciones que en el se desarrollan resultan un tanto forzadas, aunque parte de culpa en ello puede tenerla el realizador, por no tener la maestría suficiente para llevarlas a la pantalla. Los diálogos son irregulares en algunos momentos, algo que tampoco ayuda en exceso al resultado final, destacando sobre todo en el, la relación entre sus protagonistas y el desarrollo de su estado de ánimo. Su corta duración es también un gran acierto, ya que hubiera sido absurdo alargar la historia sin ningún sentido.
La fotografía es obra de James Wong Howe (La cena de los acusados, Plan diabólico, Hud: El más salvaje entre mil, Chantaje en Broadway), un excelente director de fotografía que nos deja aquí sobradas muestras de su talento y que ya había coincidido con Garfield en títulos como Air Force (1943) o Cuerpo y alma (1947). Tan solo tenéis que mirar cualquiera de las imágenes que acompañan este artículo, para encontrar varias estampas para el recuerdo. El montaje fue obra de Francis D. Lyon y la música fue encargada a el maestro Franz Waxman (Historia de una monja, Objetivo Birmania, Sospecha, Rebeca), nominado en doce ocasiones para el Oscar, ganando dos de ellos por El crepúsculo de los dioses (1950) y Un lugar en el sol (1951).
Lo que mas me impacta de esta película es el carácter premonitorio que tendría a la postre, ya que viendo su desenlace, parece adivinar el desdichado final que tendría su protagonista, demasiado honesto para delatar a sus compañeros ante la Comisión de las Actividades Anti-americanas, hecho por el que fue incluido en la lista negra y acosado hasta el extremo, casi como le ocurre al criminal que interpretó en su último papel. No pasó ni un año cuando falleció por un problema cardíaco.
El reparto está encabezado por el ya varias veces mencionado John Garfield que da vida a Nick Robey, realizando una de sus mejores interpretaciones, siendo el auténtico alma de la cinta. Junto a el tenemos a Shelley Winters como Peg Dobbs, la joven que le sirve como válvula de escape y a la que acompaña para pasar desapercibido. Realiza una buena interpretación, aunque su personaje llega a resultar un tanto empalagoso. Wallace Ford, Selena Royle y Bobby Hyatt interpretan al padre, madre y hermano pequeño de esta, mientras que Gladys George da vida a la madre alcohólica de Nick, todos ellos de forma bastante convincente.
Conclusión: He Ran All the Way es un trabajo que nos muestra con maestría la forma de ser de los seres humanos, a través de una historia sencilla en la que se desmenuza la vida de un perdedor que jamás ha tenido la oportunidad de vivir de forma normal. Ya en su primera escena nos queda claro como, donde y con quien se ha criado, por lo que poco se le puede reprochar a la hora de dejarse influir con facilidad o por escoger uno de los pocos caminos que ha podido. Quizás no posea la brillantez de otras obras del género, pero retrata con fidelidad el desdichado destino de tantas y tantas personas, sin la mas mínima posibilidad de salir adelante de forma honesta o simplemente perseguidos por unos ideales, como paradógicamente le estaba ocurriendo a medio equipo de rodaje. Como dice su protagonista, “¡Qué raro! Todo lo que os he pedido es un escondrijo para uno días y nada más… Algo que hubieseis dado hasta a un gato callejero”.
Fuentes consultadas: Filmaffinity, Imdb, Wikipedia y Youtube
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