Año - 1938
Duración - 103 min.
País - Estados Unidos
Dirección - William Wyler
Guion - Abem Finkel, Clements Ripley y John Huston, basado en la novela homónima de Owen Davis
Música - Max Steiner
Fotografía - Ernest Haller
Montaje - Warren Low
Producción - William Wyler
Productora - Warner Bros.
Género - Drama, Romance, Melodrama
Reparto - Bette Davis, Henry Fonda, George Brent, Margaret Lindsay, Donald Crisp, Fay Bainter, Richard Cromwell, Henry O'Neill, Spring Byington
Jezabel supuso la primera entrega de ese brillante binomio que formaron William Wyler y Bette Davis, tras la que llegarían La carta (1940), de la que os hablamos en este artículo y La loba (1941). Con un guion de Abem Finkel, Clements Ripley y John Huston, que adaptan la novela homónima de Owen Davis, la fotografía de Ernest Haller y la música del eterno Max Steiner, estamos ante uno de esos melodramas sureños que han pasado a la historia del cine por méritos propios.
Sinopsis - Julie Marsden (Bette Davis) es una joven temperamental, caprichosa e impulsiva, que vive con su tía Belle Bogardus (Fay Bainter) en Nueva Orleans. Su aventajada posición en la sociedad sureña anterior a la Guerra de Secesión, le permite vivir desafiando las arraigadas costumbres, algo que sufre constantemente su prometido, el banquero Preston Dillard (Henry Fonda), un hombre serio, educado y de férreos valores, incapaz de entender el comportamiento de la mujer que ama.
El director - William Wyler nació en Mulhouse, hoy perteneciente a Francia, pero por aquellos entonces a Alemania, un 1 de julio de 1902. Tras educarse en Lausana (Suiza) y estudiar violín en el Conservatorio de París, se trasladó a los Estados Unidos en 1921.
Wyler dirigió películas de todo tipo, sin ningún tipo de tema que fuera su marca personal en el cine. Pero sus películas estaban siempre bien hechas, resultaban bellas y su forma de rodar era reconocible, incluyendo innovaciones como la profundidad de campo (luego usada por Orson Welles). Era conocido por realizar decenas de tomas de cada una de las escenas de sus películas, y por exigir gran control sobre la historia, las localizaciones y el personal de cada producción.
Durante unos años fue un director no muy bien considerado, algo que el tiempo acabó por cambiar. De su primera etapa destacan títulos como Jezabel (1938), Cumbres borrascosas (1939), La Carta (1940), The Westerner (1940) y La loba (1941). Bette Davis dijo en varias ocasiones que fue el único director que supo dirigirla correcta y completamente.
En los años 50 y 60 dirigió varias películas muy aclamadas por la crítica, entre las que cabe destacar Detective Story (1951) galardonado en Cannes con el premio de mejor actriz para Lee Grant; Vacaciones en Roma (1953) que presentó a Audrey Hepburn al público estadounidense y le llevó a ganar su primer Óscar; La heredera, que hizo ganar a Olivia de Havilland su segundo Óscar, La gran prueba (1956), con el cual Wyler ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes y Ben-Hur, con la que consiguió todos los Óscar de la edición de 1959; los once premios que ganó sólo han sido igualados dos veces, por Titanic en 1997 y El Señor de los Anillos: el retorno del Rey en 2003. Posee 4 Oscars, 3 como Mejor director por La señora Miniver, Los mejores años de nuestra vida y Ben-Hur, además del Premio Irving G. Thalberg a toda su carrera.
Wyler dirigió películas de todo tipo, sin ningún tipo de tema que fuera su marca personal en el cine. Pero sus películas estaban siempre bien hechas, resultaban bellas y su forma de rodar era reconocible, incluyendo innovaciones como la profundidad de campo (luego usada por Orson Welles). Era conocido por realizar decenas de tomas de cada una de las escenas de sus películas, y por exigir gran control sobre la historia, las localizaciones y el personal de cada producción.
Durante unos años fue un director no muy bien considerado, algo que el tiempo acabó por cambiar. De su primera etapa destacan títulos como Jezabel (1938), Cumbres borrascosas (1939), La Carta (1940), The Westerner (1940) y La loba (1941). Bette Davis dijo en varias ocasiones que fue el único director que supo dirigirla correcta y completamente.
En los años 50 y 60 dirigió varias películas muy aclamadas por la crítica, entre las que cabe destacar Detective Story (1951) galardonado en Cannes con el premio de mejor actriz para Lee Grant; Vacaciones en Roma (1953) que presentó a Audrey Hepburn al público estadounidense y le llevó a ganar su primer Óscar; La heredera, que hizo ganar a Olivia de Havilland su segundo Óscar, La gran prueba (1956), con el cual Wyler ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes y Ben-Hur, con la que consiguió todos los Óscar de la edición de 1959; los once premios que ganó sólo han sido igualados dos veces, por Titanic en 1997 y El Señor de los Anillos: el retorno del Rey en 2003. Posee 4 Oscars, 3 como Mejor director por La señora Miniver, Los mejores años de nuestra vida y Ben-Hur, además del Premio Irving G. Thalberg a toda su carrera.
La película - He tenido la enorme fortuna de criarme en un país que comenzaba a abrir los ojos durante mi infancia. Jamás olvidaré esas tardes de fines de semana en las que solo se disponía de un canal de televisión, algo que prácticamente obligaba a toda la familia a compartir las películas que emitían en dichos horarios. No existían los teléfonos móviles ni las videoconsolas, por lo que puedo decir sin temor a equivocarme que de ella nació gran parte del amor que le tengo al cine. Grandes musicales, westerns y películas históricas de todo tipo, fueron el caldo de cultivo necesario para que dicha historia de amor floreciera poco a poco en mi.
Claro está que no eran trabajos como Jezabel los que mas atraían mi atención por aquellos entonces, pero la huella que fueron dejando ha hecho que con el paso del tiempo pasen a ocupar un lugar de privilegio dentro de mis preferencias. Si lo pensamos bien es algo muy lógico, ya que por aquellos entonces no era capaz de apreciar la enorme profundidad de películas como esta, quedándome en muchas ocasiones en la brillante carcaza que las envolvía, sin ser totalmente consciente de lo que en realidad mostraban en su conjunto.
Y es que Jezabel es mucho mas que un melodrama de época. Ambientada en las agonizantes costumbres de una sociedad que normalizaba la esclavitud como fuente de mano de obra en sus enormes plantaciones de algodón, que aun imponía arcaicos modales afrancesados y se negaba a aceptar el progreso que veían florecer en el norte del país, resulta un magnífico retrato de como era la vida sureña de mediados del siglo XIX. Nadie como William Wyler para mostrar dicho retrato, un perfeccionista que repetía una y otra vez cada escena hasta que resultara perfecta, hasta que transmitiese lo que había imaginado con anterioridad.
Un realizador capaz de subir a los altares el correcto guion de Abem Finkel (Agente especial, Mujer marcada, El Sargento York), Clements Ripley (El conquistador, Las aventuras de Buffalo Bill, El capitán Jones) y John Huston (El halcón maltés, La jungla de asfalto, La reina de África), sacándole el máximo partido a una historia que sin su sabia maestría hubiera perdido gran cantidad de su enorme fuerza final. Para lograrlo consiguió exprimir las magníficas cualidades de una joven Bette Davis (Eva al desnudo, ¿Qué fue de Baby Jane?, Canción de cuna para un cadáver), colocándola donde merecía estar, en el centro de un trabajo que convierte en suyo propio, eclipsando todo lo demás. La magnífica fotografía de Ernest Haller (Rebelde sin causa, Lo que el viento se llevó, ¿Qué fue de Baby Jane?), el conseguido vestuario de Orry-Kelly (Un americano en París, Les girls, and Some Like It Hot) o el efectivo montaje de Warren Low (El cielo y tú, La carta, Duelo de titanes) trabajan como lo hacen los diferentes elementos de una orquesta, unidos para crear una hermosa sinfonía coral.
Otro de esos brillantes elementos es la banda sonora creada por Max Steiner (Casablanca, Arsénico por compasión, Lo que el viento se llevó), brillante prodigio que escribió composiciones para más de trescientas películas, siendo uno de los precursores de esa música embriagadora, invisible pero capaz de potenciar de manera significativa cada escena, que toma poco a poco el relevo del sinfonismo clásico habitualmente utilizado. En esta ocasión utiliza melodías tan dispares como un vals, una marcha fúnebre, un fragmento de Chopin o canciones populares, como las cantadas por los esclavos junto a la propia Julie Marsden, a la que da vida de forma estelar Bette Davis.
Y es que todo gravita en torno a ella, una estrella que no se podía comparar físicamente a otras bellezas de la época, pero que era inigualable a la hora de captar la atención hacia ella, por su enorme energía, carisma y vigor. Las cámaras la amaban, siendo capaz de eclipsar a quien la acompañaban ante ellas, por lo que Wyler se limitó, de forma inteligente, a entregarle y dedicarle todo el protagonismo, rodeándola de un grupo de grandes actores y actrices que casi se limitan a danzar a su alrededor.
Un arte que le dio a la actriz Fay Bainter (Chicos de Broadway, El virginiano, La vida secreta de Walter Mitty), que interpreta de forma brillante a la sufrida tía Belle Massey, incapaz de variar la forma de ser de la muchacha a pesar de sus continuos intentos, el Óscar a la mejor actriz secundaria, mientras que a Bette Davis le supuso su segunda estatuilla como Mejor actriz principal, tras la que obtuvo tres años antes por Dangerous (Peligrosa), dirigida por Alfred E. Green (Baby Face, The Girl from 10th Avenue, Copacabana)
En el resto del reparto tenemos a un eclipsado Henry Fonda (Las uvas de la ira, Doce hombres sin piedad, Hasta que llegó su hora), que da vida a Preston Dillard, el embriagado pretendiente de nuestra protagonista, George Brent (Amarga victoria, La gran mentira, La escalera de caracol) como Buck Cantrell, Donald Crisp (Cumbres borrascosas, ¡Qué verde era mi valle!, El hombre de Laramie) en el papel del doctor Livingstone, Margaret Lindsay (Siete torres, Los usurpadores, Perversidad) como Amy Bradford Dillard o Richard Cromwell (Emma, Tres lanceros bengalíes, El joven Lincoln) como Ted Dillard.
Conclusión - Poco mas puedo hacer para contarles las maravillas de Jezabel, uno de esos melodramas clásicos que no deben perderse, el que brilla con luz propia como la primera de las tres maravillas que nos dejó el binomio William Wyler/Bette Davis. Disfrútenla si pueden, no creo que se arrepientan (actualmente pueden hacerlo en las plataformas Prime video y Filmin).
"Las mujeres podemos influir en los hombres para que emprendan una pelea, ¡Pero nunca podemos detenerles!"
Sean felices, que no es poco
Jack L. Warner posa con Fay Bainter y Bette Davis, junto a sus Oscars |
No hay comentarios:
Publicar un comentario