Año - 1947
Duración - 98 min.
País - Estados Unidos
Director - Jules Dassin
Guión - Richard Brooks, basado en la historia original de Robert Patterson
Música - Miklós Rózsa
Fotografía - William H. Daniels
Montaje - Edward Curtiss
Producción - Mark Hellinger
Productora - Universal International Pictures
Género - Drama | Drama carcelario
Reparto - Burt Lancaster, Hume Cronyn, Charles Bickford, Sam Levene, Howard Duff, Yvonne De Carlo, Art Smith, Jeff Corey, Ella Raines, Anita Colby, John Hoyt, Jack Overman, Ann Blyth, Roman Bohnen, Vince Barnett, Richard Gaines, Frank Puglia
Jules Dassin comenzó a demostrar su valía real con este drama carcelario en el que Richard Brooks adapta una historia de Robert Patterson. Un trabajo en el que destaca la opresiva fotografía de William H. Daniels, el buen hacer del realizador y el magnífico trabajo de casi todo su reparto, encabezado por un Burt Lancaster que comenzaba a brillar tras su magnífico estreno en Forajidos (Robert Siodmak,1946). Un film que denuncia el abuso de poder y las deficiencias del sistema penitenciario, que serviría mas tarde de espejo a otros muchos similares.
Sinopsis: El alcaide A. J. Barden (Roman Bohnen) lleva años dirigiendo la penitenciaría de Westgate, aunque su carácter, debilitado por los años, solo le permite permanecer en su despacho ajeno a la realidad de los reclusos, que viven oprimidos brutalmente. Gran parte de culpa la tiene el capitán Munsey (Hume Cronyn), un hombre sin escrúpulos que es quien realmente dirige la prisión a su antojo, no dudando en utilizar los métodos mas crueles para conseguir sus propósitos. Pero tras varios incidentes ocurridos en la prisión, y ante la amenaza de la supresión de los escasos privilegios que tienen los presos, un grupo de ellos encabezados por Joe Collins (Burt Lancaster), comienza a trazar un plan para fugarse.
La película: El enorme talento del realizador Jules Dassin nos dejó durante su carrera un puñado de excelentes películas entre las que destacan, además de la que hoy nos ocupa, La ciudad desnuda (1948) y Mercado de ladrones (1949), momento en el que, debido a la caza de brujas, fue obligado a trasladarse a Europa, donde nos dejó algunos de sus mejores títulos, como Noche en la ciudad (1950), Rififi (1955), de la que os hablamos en este artículo, El que debe morir (1957), Nunca en domingo (1960) o Fedra (1962), entre otros. Tras varios trabajos a principio de los 40, entre los que podemos destacar Reunión en Francia (1942) y El fantasma de Canterville (1944), en 1947 estrenó Fuerza bruta, su primer trabajo de alto nivel.
Para disfrutar la película plenamente, hemos de intentar entender lo que el realizador quiere mostrarnos en ella, además de no compararla injustamente con otras realizadas mucho después, que si bien pueden parecernos mas realistas en varios sentidos, sobre todo en como retrata a los reclusos, no tendrían ya el estrecho corsé que la censura utilizaba en esta época, algo con lo que el realizador no tuvo mas remedio que lidiar en gran parte de su carrera. Por ello, hay que valorar la valentía de realizar un trabajo de este tipo en su época, algo para lo que estoy seguro encontraría todo tipo de trabas, ya que en el los presos son retratados como las víctimas, tanto del sistema penitenciario, que los mantiene hacinados en celdas minúsculas, como por los encargados de hacer cumplir la ley en la prisión, retratados en la figura del capitán Munsey, al que da vida el actor Hume Cronyn.
Y es que Brute Force nos muestra el espíritu indomable del ser humano, su necesidad de libertad, sea o no culpable, sea o no posible alcanzarla, y la forma en la que la adversidad actúa de catalizador para que florezca la unión entre personas que, en condiciones normales, pasarían inadvertidas entre si. Su guión, escrito por Richard Brooks plasmando un argumento de Robert Patterson, posee una fuerza y un interés indiscutibles, aunque lamentablemente también flojea en algunos aspectos, como el insuficiente desarrollo de alguno de sus personajes o la falta de complejidad en ciertos momentos durante el transcurso de su trama principal. Aún así, resulta sumamente interesante y adictivo.
En el destaca su ritmo, con un tranquilo pero constante in crescendo, que es el principal motor que impulsa la película, sustituyendo así a excesivas complicaciones en su trama que aquí brillan por su ausencia. El desarrollo de varios de los personajes principales si que sería claramente mejorable, ya que la única información que nos llega de ellos fuera de las cuatro paredes en las que no tienen mas remedio que convivir, se limita a unos escuetos flashbacks que insinúan mas que muestran. Pero el fuerte de Jules Dassin era convertir panfletos de una calidad moderada en auténticas obras de arte, ya que consigue crear una atmósfera capaz por si sola de mantener a flote cualquier historia.
En ello tiene mucho que decir la fotografía del legendario William H. Daniels (Ninotchka, El invisible Harvey, La gata sobre el tejado de zinc, La conquista del Oeste), un director de fotografía que ejerció durante medio siglo y con el que la inolvidable Greta Garbo realizó sus mejores películas. El maestro de la fotografía en blanco y negro fue el complemento perfecto para que Dassin consiguiera los excelentes resultados que su minuciosidad con los detalles necesitaban. El tercer ingrediente de este suculento cóctel es la banda sonora de Miklós Rózsa (Ben-Hur, El Cid, El loco del pelo rojo, Rey de reyes), profundamente emotiva, pero a la vez perturbadora y amenazante, ideal como complemento para el clima que se respira en el film.
Si dirigimos la mirada hacia su reparto, hay que comenzar valorando la magnífica dirección de actores que realiza el realizador. Al frente de el se encuentra Burt Lancaster, que interpreta al preso Joe Collins, en uno de los primeros trabajos en los que brilla con luz propia en el papel de protagonista. Junto a el tenemos un amplio elenco de profesionales digno de elogio, entre los que voy a destacar a dos personajes totalmente contrapuestos que protagonizan una de sus mejores escenas: Hume Cronyn como el capitán Munsey, que realiza un trabajo brillante como la encarnación de la maldad y Art Smith como el Dr. Walters, un médico veterano asqueado por lo que tiene que ver y soportar a diario, mucho mas cercano a los presos que a los dirigentes de la prisión. Los papeles femeninos, interpretados por Yvonne De Carlo, Ann Blyth, Ella Raines y Anita Colby, son puramente testimoniales.
Conclusión: Fuerza bruta es una excelente opción para ver uno de los primeros éxitos tanto del director Jules Dassin como del actor Burt Lancaster, una excelente combinación que da como resultado uno de los dramas carcelarios que mas influiría en multitud de trabajos de temática similar posteriormente, en el que su excelente ambientación, las brillantes interpretaciones de todo su reparto y el buen hacer de William H. Daniels y Miklós Rózsa, encargados de la fotografía y la banda sonora, aseguran un excelente rato de cine con tintes de thriller y noir. Compararla con otras similares muy posteriores sería muy injusto, aunque aún así, gana a muchas de ellas en varios apartados. Con solo disfrutar del trabajo de un artesano tras las cámaras, como es el señor Dassin, ya merece la pena verla.
A falta de un trailer en condiciones, os dejo una de las mejores escenas de la película, que consigue retratar bastante bien a los personajes sin desvelar nada de su trama.
Fuentes consultadas: Filmaffinity, Imdb y Youtube
No hay comentarios:
Publicar un comentario