Vivir (Ikiru) - Akira Kurosawa (1952)

Vivir, Ikiru, Akira KurosawaTítulo original - Ikiru
Año - 1952
Duración - 143 min.
País - Japón
Director - Akira Kurosawa
Guión - Akira Kurosawa, Shinobu Hashimoto y Hideo Oguni
Música - Fumio Hayasaka
Fotografía - Asakazu Nakai
Montaje - Kôichi Iwashita
Producción - Sojiro Motoki
Productora - Toho Company
Género - Drama
Reparto - Takashi Shimura, Nobuo Kaneko, Kyôko Seki, Makoto Kobori, Kumeko Urabe, Yoshie Minami, Miki Odagiri, Kamatari Fujiwara


Ikiru es el nombre del trabajo que hoy os presento, dirigido por Akira Kurosawa y escrito por el propio Kurosawa, junto a Shinobu Hashimoto y Hideo Oguni. Una obra exigente con el espectador enmarcada en los trabajos mas realistas del maestro nipón, pero que a cambio nos regala una riqueza inusual, en la que se realiza una reflexión sobre la vida, la muerte y la forma en que los seres humanos las encaramos, las experimentamos y las afrontamos, poniéndonos en la piel del funcionario público Kanji Watanabe, magistralmente interpretado por el inolvidable Takashi Shimura. Cine para ver con atención, algo de paciencia y el alma abierta de par en par, cuyo mensaje mantiene y mantendrá intacta su vigencia para quien esté dispuesto a escucharlo. Exigente, si, pero sin duda imprescindible.

Vivir, Ikiru, Akira Kurosawa

Sinopsis: Kanji Watanabe (Takashi Shimura) es un funcionario público que lleva media vida consumiendo su vida entre las cuatro paredes de las oficinas, que poco a poco ha ido encajando en el entramado engranaje de la administración. Encargado de la sección de los ciudadanos, pasa el día poniendo escusas ante sus problemas y utilizando el sello necesario para que pueda seguir su curso cada documento que cae en sus manos, mientras que las personas que lo rodean solo lo miran con interés, ya sea en su familia, donde solo piensan en la herencia que recibirán, como en el trabajo, donde todos ansían llegar a ocupar su puesto. Un buen día recibirá la noticia de que padece cáncer de estómago, por lo que sus días de "vida" están contados, algo que lo hará dirigir la mirada a lo que ha sido su existencia e intentar buscar la manera de finalizarla haciendo lo que apenas ha hecho hasta ese momento, vivir.

El director: Akira Kurosawa fue un director asiático nacido en Shinagawa, Tokio, Japón, el 23 de marzo de 1910. Considerado por muchos, entre los que me encuentro, como uno de los mejores y mas completos directores de todos los tiempos, nos dejó más de 30 películas en su maravillosa filmografía, de la que resulta difícil elegir cuales recomendar, ya que es disfrutable al completo. Aún así, por poner algunos ejemplos de la misma, nombraremos la siguientes: El ángel borracho (1948), de la que os hablamos en esta reseñaDuelo silencioso (1949), El perro rabioso (1949), Rashomon (1950), Los siete samuráis (1954), Trono de sangre (1957), La fortaleza escondida (1958), Yojimbo (El mercenario) (1961), Sanjuro (1962), El infierno del odio (1963), Barbarroja (1965), Dersu Uzala (El cazador) (1975), Ran (1985) o Los sueños de Akira Kurosawa (1990), además de la que hoy nos ocupa. Comentar que ninguna de ellas baja del 7 o el 8 en las principales webs de cine, así que no es solo cosa del que aquí escribe, y advertir que me dejo atrás auténticas joyas, pero resulta del todo inevitable hacer una selección.

La película: Creo necesario comenzar aclarando el porqué de mi calificación de exigente de este trabajo, principalmente porque no me gustaría que me acusasen de exceso de celo a la hora de valorarla, ya que el maestro Kurosawa es uno de los directores que mas han marcado mi forma de disfrutar el cine, por lo que puede parecer que soy poco imparcial a la hora de hablar de su obra. Hay que saber que tenemos delante para no llevarnos excesivas sorpresas ni perder nuestro tiempo si no es lo que buscamos o nos apetece. Cuando decía que es exigente, es porque estamos ante un trabajo de casi dos horas y media de duración, cuyo ritmo puede resultar excesivamente lento para algunos aficionados, como suele ocurrir con gran parte del cine asiático que podemos disfrutar. Además se trata de un cine cargado de simbolismo, realizado para activar la capacidad de pensamiento y meditación del espectador, algo que si no llega a conseguir, lo convierte en un trabajo estéril y poco cautivador. Cine que exige paciencia y toda nuestra capacidad de atención para ser disfrutado, ofreciendo a cambio una riqueza indudable.

Vivir, Ikiru, Akira Kurosawa

También me parece fundamental tener claro en que época y dentro de que cultura nos encontramos, aunque en realidad, y como ya he dicho antes, su mensaje sigue y seguirá vigente por siempre. Veo bastante complicado que alguien que lo ha tenido todo en la vida sin excesivos esfuerzos, sea capaz de captar y valorar adecuadamente el contexto en el que esta se desarrolla, perdiendo quizás fuerza en dichos casos, ya que la mayoría de los detalles y situaciones que en ella se describen pueden parecerles incluso ridículos, porque nunca llegaron a valorar esos pequeños detalles que, mientras que para alguien criado en una familia humilde pueden resultar incluso familiares, para alguien que ha vivido sin ningún tipo de carencia, difícilmente habrán llegado nunca a llamar siquiera su atención.