Año - 2014
Duración - 118 min.
País - Japón
Director - Tetsuya Nakashima
Guión - Tetsuya Nakashima, basado en la novela de Akio Fukamachi
Fotografía - Shôichi Atô
Montaje - Yoshiyuki Koike
Producción - Satomi Kotake y Yutaka Suzuki
Música - Grand Funk Inc.
Música - Grand Funk Inc.
Reparto - Kôji Yakusho, Nana Komatsu, Satoshi Tsumabuki, Jô Odagiri, Fumi Nikaidô, Miki Nakatani, Ai Hashimoto, Jun Kunimura, Asuka Kurosawa
Productora - GAGA / GyaO / Licri
Género - Thriller, Intriga, Drama
Tras la interesante e hipnótica Confessions (2010), Tetsuya Nakashima regresó a la gran pantalla en 2014 con un producto en el que las nuevas generaciones vuelven a tener un gran protagonismo y la sociedad japonesa continúa en el punto de mira. Aún así estamos ante un trabajo muy diferente al anterior, que rebosa perversión y violencia de forma exagerada, cambiando parte del mimo por la estética del anterior, por un ritmo mucho mas vivo y mayores dosis de sangre y acción. Un nuevo espectáculo visual no apto para todos los públicos, que a mi personalmente se me hizo algo largo. Mención especial al trabajo del veterano actor Kôji Yakusho, que consigue mantener a flote tanta exageración incontrolada. Cine para personas con el estómago bien preparado para la ocasión. Avisados quedan.
Sinopsis: Akikazu Fujishima (Kôji Yakusho) es un antiguo detective separado cuya vida es solo una sombra de lo que fue. Pasa los días soñando con los buenos tiempos junto a su esposa Kiriko (Asuka Kurosawa) y su hija Kanako (Nana Komatsu), una estudiante modelo. Un buen día Kiriko lo llama para pedirle ayuda por la desaparición de Kanako, por lo que rápidamente se pone manos a la obra para descubrir donde está su hija. Pero conforme avanza la investigación se dará cuenta que su hija no es ya la niña que el recuerda, adentrándose en un oscuro mundo del que no será fácil salir airoso.
El director: Tetsuya Nakashima es un director y guionista de cine japonés nacido en Fukuoka, el 2 de septiembre de 1959. Tras dirigir en 1988 el segundo segmento de Bakayaro! I'm Plenty Mad, no fue hasta casi una década después cuando estrenó su primer trabajo en solitario llamado Happy-Go-Lucky (1997), en el que se encargó de su guión y la dirección, algo que ha repetido hasta la fecha. Tras ella llegó Beautiful Sunday (1998), que fue nominada como mejor película asiática en el Festival Internacional de Singapur. Su siguiente trabajo fue Kamikaze Girls (2004), que fue nominada para representar a su país en los Oscars, como Mejor película de habla no inglesa. Sus siguientes trabajos fueron Conociendo a Matsuko (2006), con la que ganó los premios como Mejor actriz (Miki Nakatani), montaje y BSO en la Academia de cine japonés y el de Mejor película asiática en Fant-Asia y Paco and the Magical Picture Book (2008). Confessions (2010), de la que ya os hablamos en este artículo, fue su último trabajo anterior a Kawaki (The World of Kanako), la que hoy nos ocupa.
La película: El mundo de Kanako es uno de esos trabajos que a buen seguro tendrán una buena legión de fans, ya que su guionista y director ha sabido volver a reinventarse y ofrecer al espectador una experiencia muy diferente a la mayoría de las que ha vivido hasta dicho momento, ya sea dirigida por el mismo o por cualquier otro. No puedo mas que quitarme el sombrero ante uno de los pocos que lo consiguen cada vez que estrena un nuevo trabajo, aunque igualmente he de decir que en esta ocasión no ha llegado a engatusarme como en otras ocasiones, principalmente con Confessions (2010), ya que he de reconocer que no he llegado a disfrutar de toda su filmografía al completo. Creo que la palabra que mejor puede definir a esta película es excesiva, ya que es el primer adjetivo que se me viene a la cabeza tras repasar sus diferentes apartados.
Excesiva porque lo es la imagen que su creador tiene de la sociedad japonesa actual, tan oscura y retorcida que resulta difícil incluso encontrar adjetivos suficientes para definirla. Excesiva porque lo es el uso constante de violencia que en ella se muestra, dando una imagen que resulta poco creíble, o al menos bastante exagerada. Excesiva porque lo es la enorme lista de perversiones que en ella aparecen, desde violaciones a personas de ambos sexos, pasando por el abuso de menores, el acoso escolar, el asesinato, el proxenetismo, la drogodependencia y mil y una perversidades mas que no quiero ni tener que recordar. Se que dichos excesos no importarán a muchos y muchas, pero que para mi resultan como los acabo de nombrar, sumamente excesivos. Conocía ya la turbia imagen que Nakashima tiene de la sociedad actual de su país y como la muestra en casi toda su obra, pero en esta ocasión creo que rebasa su propio límite y se desmelena de tal forma que resulta realmente complicado digerir el resultado final.
Tras la interesante e hipnótica Confessions (2010), Tetsuya Nakashima regresó a la gran pantalla en 2014 con un producto en el que las nuevas generaciones vuelven a tener un gran protagonismo y la sociedad japonesa continúa en el punto de mira. Aún así estamos ante un trabajo muy diferente al anterior, que rebosa perversión y violencia de forma exagerada, cambiando parte del mimo por la estética del anterior, por un ritmo mucho mas vivo y mayores dosis de sangre y acción. Un nuevo espectáculo visual no apto para todos los públicos, que a mi personalmente se me hizo algo largo. Mención especial al trabajo del veterano actor Kôji Yakusho, que consigue mantener a flote tanta exageración incontrolada. Cine para personas con el estómago bien preparado para la ocasión. Avisados quedan.
Sinopsis: Akikazu Fujishima (Kôji Yakusho) es un antiguo detective separado cuya vida es solo una sombra de lo que fue. Pasa los días soñando con los buenos tiempos junto a su esposa Kiriko (Asuka Kurosawa) y su hija Kanako (Nana Komatsu), una estudiante modelo. Un buen día Kiriko lo llama para pedirle ayuda por la desaparición de Kanako, por lo que rápidamente se pone manos a la obra para descubrir donde está su hija. Pero conforme avanza la investigación se dará cuenta que su hija no es ya la niña que el recuerda, adentrándose en un oscuro mundo del que no será fácil salir airoso.
El director: Tetsuya Nakashima es un director y guionista de cine japonés nacido en Fukuoka, el 2 de septiembre de 1959. Tras dirigir en 1988 el segundo segmento de Bakayaro! I'm Plenty Mad, no fue hasta casi una década después cuando estrenó su primer trabajo en solitario llamado Happy-Go-Lucky (1997), en el que se encargó de su guión y la dirección, algo que ha repetido hasta la fecha. Tras ella llegó Beautiful Sunday (1998), que fue nominada como mejor película asiática en el Festival Internacional de Singapur. Su siguiente trabajo fue Kamikaze Girls (2004), que fue nominada para representar a su país en los Oscars, como Mejor película de habla no inglesa. Sus siguientes trabajos fueron Conociendo a Matsuko (2006), con la que ganó los premios como Mejor actriz (Miki Nakatani), montaje y BSO en la Academia de cine japonés y el de Mejor película asiática en Fant-Asia y Paco and the Magical Picture Book (2008). Confessions (2010), de la que ya os hablamos en este artículo, fue su último trabajo anterior a Kawaki (The World of Kanako), la que hoy nos ocupa.
La película: El mundo de Kanako es uno de esos trabajos que a buen seguro tendrán una buena legión de fans, ya que su guionista y director ha sabido volver a reinventarse y ofrecer al espectador una experiencia muy diferente a la mayoría de las que ha vivido hasta dicho momento, ya sea dirigida por el mismo o por cualquier otro. No puedo mas que quitarme el sombrero ante uno de los pocos que lo consiguen cada vez que estrena un nuevo trabajo, aunque igualmente he de decir que en esta ocasión no ha llegado a engatusarme como en otras ocasiones, principalmente con Confessions (2010), ya que he de reconocer que no he llegado a disfrutar de toda su filmografía al completo. Creo que la palabra que mejor puede definir a esta película es excesiva, ya que es el primer adjetivo que se me viene a la cabeza tras repasar sus diferentes apartados.
Excesiva porque lo es la imagen que su creador tiene de la sociedad japonesa actual, tan oscura y retorcida que resulta difícil incluso encontrar adjetivos suficientes para definirla. Excesiva porque lo es el uso constante de violencia que en ella se muestra, dando una imagen que resulta poco creíble, o al menos bastante exagerada. Excesiva porque lo es la enorme lista de perversiones que en ella aparecen, desde violaciones a personas de ambos sexos, pasando por el abuso de menores, el acoso escolar, el asesinato, el proxenetismo, la drogodependencia y mil y una perversidades mas que no quiero ni tener que recordar. Se que dichos excesos no importarán a muchos y muchas, pero que para mi resultan como los acabo de nombrar, sumamente excesivos. Conocía ya la turbia imagen que Nakashima tiene de la sociedad actual de su país y como la muestra en casi toda su obra, pero en esta ocasión creo que rebasa su propio límite y se desmelena de tal forma que resulta realmente complicado digerir el resultado final.