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Billy Wilder: Un repaso a su vida y su obra a través de sus frases

Que Billy Wilder es uno de mis directores y guionistas favoritos es algo que quien me conozca, o me lea de vez en cuando, sabe ya de sobra. He querido rendirle un pequeño homenaje intentando que se conozca algo mejor como era, la riqueza de su obra y como entendía el cine. Para ello, que mejor que citar algunas de sus mejores frases, que nos ayudarán a comprender su amor por este arte y, quizás, a ver desde otro punto de vista su legado.


Breve biografía:

Wilder pasó su infancia y su juventud entre Cracovia y Viena. Su primer trabajo fue como cronista en el periódico austriaco Juranek. Continuó trabajando como cronista en Berlín, y tuvo que alternar esta ocupación con otras para sobrevivir. Allí se aficionó al cine, tras ver diversas películas que le impresionaron profundamente. Una de ellas fue El acorazado Potemkin, de Sergéi Eisenstein. Entró a trabajar para la UFA, donde conoció a los grandes directores del momento.

Tras la subida al poder de Hitler, Wilder se vio obligado a abandonar Berlín, debido a su ascendencia judía. Su madre moriría en los campos de concentración de Auschwitz. Estuvo en París y, desde allí, en 1934 se trasladó a Estados Unidos, junto al actor Peter Lorre. Wilder y Lorre compartieron apartamento, hambre y momentos muy difíciles durante una temporada. Allí comenzó a trabajar como guionista para la Paramount, y tuvo la ocasión de colaborar con Ernst Lubitsch, su gran maestro.

Como guionista, Wilder escribió 60 libretos y como director realizó 26 películas. Fue galardonado con seis Óscar tras haber sido nominado en 21 ocasiones.

En 1981 dirigió su última película, Aquí, un amigo. A partir de entonces las compañías aseguradoras ya no querían asegurar películas suyas, debido a su avanzada edad. Murió 21 años más tarde, a la edad de 95 años, en su residencia de Beverly Hills, a causa de una neumonía. Sus restos se encuentran en el Cementerio Westwood Village Memorial Park de Los Ángeles, California.


Frases que pronunció sobre su cine:

* "He hecho películas que a mí me hubiera gustado ver. Y yo sólo quiero ver películas que me entretengan".
* "En mis películas no hay grande movimientos de cámara ni puntos de vista destinados a demostrar que soy un director de cine. [...] En Europa, un director puede tomarse todo el tiempo del mundo para crear una atmósfera, y meter un montón de escenas de nubes que se disuelven; pero el público de aquí, si les muestras las nubes por segunda vez, espera ver entre ellas un aeroplano".
* "Hay algo sorprendente: cuando reflexiono sobre todas mis películas, me llama la atención que, en las épocas en que estuve deprimido hice comedias. Y cuando me sentía feliz, rodé temas más bien trágicos. Quizás intente inconscientemente compensar cada uno de mis estados de ánimo".
* "Quizás El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard) es una película cínica, pero para mí esa película es Hollywood; el guionista, el agente, la estrella olvidada, todos eran retratos del natural".
* "Nunca me retiraré. Tendrán que quitarme la cámara para que yo deje de hacer películas. Moriré haciendo películas".
* "Lo único que me partiría el corazón sería que me quitaran la cámara y no me dejaran volver a hacer películas".

Perdición - Billy Wilder (1944)

Perdición, Billy Wilder, Double IndemnityTítulo original - Double Indemnity
Año - 1944
Duración - 106 min.
País - Estados Unidos
Director - Billy Wilder
Guión - Raymond Chandler y Billy Wilder, basándose en la novela de James M. Cain
Música - Miklós Rózsa
Fotografía - John F. Seitz
Montaje - Doane Harrison
Producción - Buddy G. DeSylva y Joseph Sistrom
Productora - Paramount Pictures
Género - Cine negro, Intriga, Thriller 
Reparto - Fred MacMurray, Barbara Stanwyck, Edward G. Robinson, Tom Powers, Porter Hall, Jean Heather, Byron Barr, Richard Gaines, Fortunio Bonanova, John Philliber, Bess Flowers, Miriam Franklin


Billy Wilder escribió el guión junto a Raymond Chandler, adaptando la novela Pacto de sangre (Double Indemnity) del escritor James M. Cain, y dirigió esta excelente muestra de la maestría que le hizo triunfar en diferentes géneros durante su carrera. Un trabajo realmente completo en el que destaca la fotografía de John F. Seitz, la música de Miklós Rózsa y la actuación de su trío protagonista, formado por Fred MacMurray, Barbara Stanwyck y Edward G. Robinson. Un espejo en el que se mirarían cientos de obras posteriores, que ha dejado su nombre gravado con letras de oro en la historia del cine.

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Sinopsis: Walter Neff (Fred MacMurray) es un avispado agente de seguros que visita la casa de la familia Dietrichson en Glendale, para conseguir que el señor Dietrichson renovase el seguro de sus dos automóviles. Pero ante la ausencia de este, es atendido por su mujer, Phyllis Dietrichson (Barbara Stanwyck), ante la que cae hipnotizado por sus encantos. Pero tras una segunda cita, la dama pide información a Walter de como hacer un seguro de vida a su marido sin que este se entere, por lo que deja claras sus intenciones, no estando dispuesta a soportar mas la injusta vida que dice llevar, e intentando hacer partícipe a Walter de sus oscuros planes. Pero engañar a una compañía de seguros no es fácil, mucho menos si cuenta con un sabueso como Barton Keyes (Edward G. Robinson), capaz de encontrar el mas mínimo fallo.

La película: Que el magistral Billy Wilder es uno de los mejores directores que ha dado este arte, es algo a lo que creo que pocos podrán poner alguna objeción, sobre todo teniendo en cuenta el variado número de géneros en los que se movió. En esta ocasión el director, que colaboraba habitualmente con el escritor Charles Brackett para realizar sus guiones, vio como este lo rechazaba por considerarlo demasiado oscuro, al igual que ocurrió con James M. Cain, por motivos que no voy a entrar a valorar (hay varias versiones del asunto), así que finalmente el elegido fue Raymond Chandler, con casi ninguna experiencia en guiones, pero que había destacado como novelista (El sueño eterno, Adiós, muñeca, La ventana alta) y escritor de relatos cortos.

Resulta curioso ver como de una mala relación entre ambos, nació uno de los mejores guiones que un servidor ha tenido la oportunidad de disfrutar, ágil, inteligente, absorbente y magníficamente estructurado. Es comenzar su visionado y notas rápidamente que tienes que verla hasta el final, algo que tiene mas mérito aún conociendo el hecho de que en sus primeros minutos se nos muestra su final, o al menos como acabará toda la trama, algo que no le resta un ápice de interés a la historia. Además hay que destacar el uso de dos recursos que han restado en muchas ocasiones a grandes obras, pero que en esta ocasión son utilizados con una maestría pocas veces vista.

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Los efectos a los que me refería son la excelente utilización de un narrador, que nos permite descubrir no solo los actos que expone, sino los pensamientos y sentimientos que estos despiertan en el, dándole además a la película un aire de enorme confesión, que es capaz por si misma de enrarecer constantemente su, ya de por si espesa atmósfera. El otro efecto va relacionado directamente con el anterior, ya que al ser narrada se utiliza el flashback con un acierto como pocas veces suele verse, de hecho, la mayoría de la película es un enorme flashback, interrumpido de vez en cuando por la imagen de nuestro protagonista mientras cuenta su historia.

Días sin huella - Billy Wilder (1945)

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Año - 1945
Duración - 101 min.
País - Estados Unidos
Director - Billy Wilder
Guión - Charles Brackett y Billy Wilder a partir de la novela de Charles R. Jackson
Música - Miklós Rózsa
Fotografía - John F. Seitz
Productora - Paramount Pictures
Género - Drama
Reparto - Ray Milland, Jane Wyman, Philip Terry, Doris Dowling, Frank Faylen, Howard da Silva, Mary Young, Anita Bolster, Lilian Fontaine, Frank Orth, Audrey Young


El inigualable Billy Wilder creó el guion, junto a su colaborador habitual en su primera etapa en Hollywood Charles Brackett, y dirigió este increíble alegato que consigue retratar el alcoholismo a la perfección. Una arriesgada apuesta que lo encumbró en el mundo del cine y que sigue siendo a día de hoy una de las películas que mejor desgranan los efectos de esta lacra, mejor aceptada socialmente que cualquier otra droga.

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Don Birnam (Ray Milland) es un escritor que nunca consiguió el éxito que tanto persiguió. Sus problemas con el alcohol lo han convertido en un ser ruin, capaz de cualquier cosa para seguir bebiendo. A pesar de la ayuda de su incansable novia (Jane Wyman), Don no parece ser capaz de abandonar esa pesadilla que es ya su forma de vida.

director, cine, wilder, billyEn la época en la que Billy Wilder afrontó este trabajo, la imagen que se daba en Hollywood del alcohólico era muy diferente a la real. Preferían retratarlos como el simpático borrachín que podemos encontrar en cualquier bar o taberna, alguien sin maldad que simplemente llenaba su tiempo con alcohol. El director quiso romper con esta tendencia retratando al alcoholismo como realmente es, enseñando a la sociedad el daño que este producía, no solo en el alcohólico, sino en los seres queridos que lo rodean y asisten impotentes a su derrumbamiento. Tal fue la repercusión que la película podía tener, que los empresarios que amasaban enormes fortunas gracias a la venta de alcohol intentaron, sin éxito, comprarla antes de su estreno.

Y el tiempo les dio la razón, ya que el director consiguió tal éxito de crítica y público que todos sus temores se hicieron realidad. Para ello Wilder escribió, junto a Charles Brackett, un excelente guion marca de la casa. Los diálogos son muy inteligentes, no dejando nada al azar. Ciertos objetos son tratados como un protagonista mas, haciéndolos parte integrante del drama (la maquina de escribir, el abrigo de piel, etc...). Algunas escenas cómicas ayudan a sobrellevar la tensión en la que la película adentra al espectador. Una enorme cantidad de detalles que consiguen un producto final excelente.