
Año - 2014
Duración - 115 min.
País - Noruega
Director - Hans Petter Moland
Guión - Kim Fupz Aakeson
Música - Brian Batz, Kaspar Kaae, Kåre Vestrheim
Fotografía - Philip Øgaard
Montaje - Jens Christian Fodstad
Producción - Finn Gjerdrum
Productora - Paradox Spillefilm / Film i Väst
Género - Thriller, Comedia negra
Reparto - Stellan Skarsgård, Bruno Ganz, Pål Sverre Hagen, Birgitte Hjort Sørensen, Jakob Oftebro, Anders Baasmo Christiansen, Peter Andersson, Tobias Santelmann, Kristofer Hivju, Jan Gunnar Røise, Kåre Conradi, Gard B. Eidsvold, David Sakurai, Hildegun Riise
Hans Petter Moland es el encargado de llevar a la gran pantalla el guión escrito por Kim Fupz Aakeson, sobre una historia tan fría como las nevadas tierras en las que se desarrolla. Como si de un trabajo de los hermanos Coen se tratase, asistiremos a una historia de venganza con grandes dosis de comedia negra, en la que el blanco inmaculado del paisaje solo será eclipsado por el rojo sangre y el amarillo de la máquina quitanieves que conduce nuestro protagonista, el bueno de Stellan Skarsgård. Tan simple como efectiva, toda una sorpresa que no deben dejar pasar de largo.
Sinopsis: Nils (Stellan Skarsgård) es un ciudadano modelo que se gana la vida conduciendo una máquina quitanieves, que a pesar de ser un inmigrante establecido desde hace tiempo en la fría Noruega, acaba de recibir el reconocimiento al ciudadano del año, algo con un mérito indiscutible. Pero la aparentemente idílica vida de nuestro amigo, dará un giro de 180 grados al recibir la noticia de la muerte de su joven hijo por una sobredosis de drogas. Lejos de hacerse a la idea, Nils está convencido de que su hijo jamás fue un drogadicto, por lo que ante la pasividad de la policía local, decidirá investigar por su cuenta para poder descubrir que pasó en realidad, y limpiar así su nombre, sin hacerse una idea de donde se está metiendo realmente.
La película: He de reconocer que, a pesar de ser un aficionado a gran parte del cine que nos llega de los países nórdicos, era bastante escéptico ante este trabajo, ya que lo poco que había leído de el no creaba en mi excesivas expectativas, no se muy bien el porqué. Pero la verdad es que tras disfrutar de esta Uno tras otro (In Order of Disappearance), no puedo mas que señalar la grata sorpresa que me he llevado con ella, haciéndome pasar dos horas pegado a la pantalla, con la boca casi abierta. Los motivos para ello son varios, pero a la cabeza de todos, está la excelente factura técnica que posee, además de la brillante forma en la que la historia nos es contada, recordándome por momentos a las grandes obras realizadas dentro del género.
Y es que nada mas comenzar a ver al bueno de Nils (Stellan Skarsgård) recorriendo los fríos y hermosos parajes de las zonas rurales Noruegas, te das cuenta de que este trabajo tiene cierto poder hipnotizante, aumentando considerablemente las escasas expectativas puestas en el, algo que se ve rápidamente multiplicado por la capacidad que tiene su historia de envolverte y atraparte. Gran parte de culpa la tiene Kim Fupz Aakeson (Okay, Una familia, Perfect Sense, Alguien a quien amar), autor de un guión en apariencia tranquilo, pero cuyo ritmo va subiendo progresivamente, sin prisas pero sin pausas, siempre sin abandonar el paso tranquilo, inconfundible seña de identidad del noir nórdico.
La idea es bastante sencilla, una historia mil veces contada con anterioridad, en la que se nos muestra como todos tenemos un señor Hyde agazapado de por vida en la mayoría de los casos, pero que con los detonantes adecuados, es capaz de aflorar y tomar el control (o perderlo, según se mire). Pero no crean que por ello ya no merece la pena disfrutarla, ya que está contada de tal forma que en ningún momento resulta repetitiva, ni nos deja la impresión de haberla visto con anterioridad. El trabajo de Aakeson es excelente, mezclando con gran habilidad la dureza de la historia con un humor negro que nos irá llegando poco a poco, suavizando en las dosis justas la macabra sucesión de "incidentes".
Sus personajes están perfectamente desarrollados, no resultando en ningún momento exagerados o poco creíbles, algo que deberían valorar multitud de guionistas actuales, incapaces de mostrar algo que se salga de los cánones habituales, o al menos de no parecer fotocopias de otros muy similares. Además tiene la incuestionable virtud de, a pesar de lo poco probable que resulta su historia, hacerla creíble gracias a las condiciones en las que esta se desarrolla, dando un especial protagonismo al lugar donde esta transcurre, al que convierten en uno de los principales protagonistas, además de una constante metáfora de lo que nos están contando.