Pinceladas de clásicos del terror: La semilla del diablo (Rosemary's Baby) - Roman Polański (1968)

Título original - Rosemary's Baby
Año - 1968
Duración - 136 min.
País - Estados Unidos
Dirección - Roman Polanski
Guión - Roman Polanski, basado en la novela de Ira Levin
Música - Christopher Komeda
Fotografía - William A. Fraker
Montaje - Sam O'Steen y Bob Wyman
Producción - William Castle
Productora - William Castle Productions. Distribuida por Paramount Pictures
Género - Terror. Drama
Reparto - Mia Farrow, John Cassavetes, Ruth Gordon, Ralph Bellamy, Sidney Blackmer, Maurice Evans, Victoria Vetri, Patsy Kelly, Elisha Cook Jr., Charles Grodin, D'Urville Martin, Emmaline Henry, Hanna Landy, Phil Leeds, Hope Summers, Marianne Gordon, Wende Wagner

Cuando los años 60 se acercaban ya a su inevitable ocaso, el realizador Roman Polański escribió y dirigió Rosemary's Baby, a la que en nuestro país se le puso el desafortunado título de La semilla del diablo. Una magnífica obra en la que se da una lección magistral de como crear una atmósfera tóxica, que crece de manera constante e inexorable hasta su final, con la inocente Rosemary Woodhouse (Mia Farrow) como constante centro de atención. Un trabajo del que deberían mamar los que se dedican a esto del terror, capaz de tener al espectador en vilo sin necesidad de subidas enérgicas de volumen ni sustos fáciles. Imprescindible.


Sinopsis - Los Woodhouse, un matrimonio neoyorquino, se mudan a un edificio situado frente a Central Park, sobre el cual, según un amigo, pesa una maldición. Una vez instalados, se hacen amigos de Minnie y Roman Castevet, unos vecinos que los colman de atenciones. Ante la perspectiva de un buen futuro, los Woodhouse deciden tener un hijo; pero, cuando Rosemary se queda embarazada, lo único que recuerda es haber hecho el amor con una extraña criatura que le ha dejado el cuerpo lleno de marcas. Con el paso del tiempo, Rosemary empieza a sospechar que su embarazo no es normal.

El director - Hablar de Roman Polanski es hablar de uno de los directores más polémicos y que más han dado que hablar en el mundo del cine. Hechos como el asesinato de su esposa, la actriz Sharon Tate que se encontraba embarazada de ocho meses, a manos de la banda de Charles Manson o las acusaciones de abusos sexuales de Samantha Gailey, supuestos hechos ocurridos cuando ella tenía solo 13 años, son claras muestras de lo que les comento, aunque me limitaré a hablar de su obra, que por otra parte es a lo que nos dedicamos aquí.

Repulsión, Roman, PolanskiEn cuanto a su carrera artística, ha ejercido como director, productor, guionista y actor, teniendo nacionalidad polaca y habiendo nacido en Francia. Comenzó su carrera como actor teatral, tras lo que cursó estudios en la Escuela de Cine de Łódź. Tras realizar varios cortos entre los que destacan Dos hombres y un armario (1958), La lámpara (1959) y Ángeles caídos (1959), dirigió su primer largometraje, El cuchillo en el agua (1962), iniciando una de sus mejores épocas como director en la que destacan Repulsión (1965) Callejón sin salida (1966) o El baile de los vampiros (1967)), además de la que hoy nos ocupa.

Del resto de su extensa filmografía podemos destacar títulos como Chinatown (1974), El quimérico inquilino (1976), Tess (1979), Frenético (1988), Lunas de hiel (1992), La muerte y la doncella (1994), El pianista (2002), El escritor (2010), Un dios salvaje (2011), La Venus de las pieles (2013), Basada en hechos reales (2017) o la reciente El oficial y el espía (2019), por nombrar algunas de las de mayor calidad. Como curiosidad comentar que no ha vuelto a pisar ni Estados Unidos, ni el Reino Unido, por temor a ser recluido en prisión o extraditado, por lo que no asistió a la ceremonia de los Óscars de 2002, en la que obtuvo el Óscar al mejor director por El Pianista, y tuvo que rodar la película Oliver Twist en Praga, con actores británicos. Os dejo también el nombre de 3 documentales sobre el director, por si estáis interesados: Roman Polanski: Se busca (2008), dirigido por Marina Zenovich, Confesiones de Roman Polanski (2011), dirigido por Laurent Bouzereau y Roman Polanski: Odd Man Out (2012), nuevamente dirigido por Marina Zenovich.

La película - Con más de medio siglo ya a sus espaldas, lo mejor que creo se puede decir de Rosemary's Baby es que no ha perdido un ápice de su potencia original, algo realmente complicado de conseguir, con lo que ha cambiado el cine desde aquellos entonces. Estamos ante un trabajo donde cada detalle está cuidado a la perfección, de forma casi obsesiva, diría yo, algo que tuvieron que sufrir los que por aquellos entonces participaron en un proyecto que, finalmente Roman Polański hizo suyo. Su obsesión por la minuciosa planificación, su enorme egocentrismo y su enorme intransigencia con ideas provenientes de otras personas, tienen gran parte de culpa de todo esto. Tan solo con leer lo que declaró en una entrevista casi dos décadas después, nos podemos hacer una idea de ello: “Me estimulo repitiéndome a mí mismo que soy el mejor, un genio. Mientras trabajo en una película, estoy convencido de que será un gran éxito. Por eso le exijo a la gente con la que trabajo todo tipo de cosas que no les pediría normalmente”.


Y es que en ocasiones como esta, es cuando más se nota la importancia de tomar ciertas decisiones, para bien o para mal, tanto en el cine como en la vida misma. Inicialmente se pensó en el maestro Alfred Hitchcock para dirigirla, algo que tras no llegar a buen puerto pudo hacer que el productor y director William Castle tomara las riendas del proyecto. Finalmente fue Roman Polanski el elegido, gracias a la insistencia de Robert Evans, productor de la Paramount, que abrió de par en par las puertas de Hollywood al realizador polaco y las de su particular infierno al elenco contratado para filmarla. Era la primera oportunidad del cineasta polaco en Hollywood y no la dejaría pasar.

Tal y como han declarado muchos de los que han tenido la oportunidad de trabajar junto a él, participar en una película rodada por el realizador polaco no es, ni mucho menos, un camino de rosas. Su frenética obsesión por la perfección hacía que se repitiese cada toma en infinidad de ocasiones, hasta llegar a ser lo que tenía en mente exactamente. El trato hacia sus actores y actrices también dejaba mucho que desear, sobretodo si el que tenía enfrente era un John Cassavetes, amante de la espontánea improvisación que tuvo que dejar de lado para la ocasión, y con la mente más puesta en financiar su siguiente película (está considerado como uno de los pioneros del cine independiente) que en aguantar las exigencias de Polański. Pero claro, quizás sin estos niveles de exigencia, no estaríamos hablando de la enorme calidad de la película, sino de lo que podría haber sido.

El guión escrito por Polanski es bastante fiel a la novela de Ira Levin, consiguiendo que el paso de la historia de la literatura al cine, no solo no se vea perjudicada, sino todo lo contrario. Prueba de ello es que, aun teniendo dos horas y cuarto de metraje, no se hace larga en absoluto. La fotografía fue encargada a William A. Fraker (Buscando al Sr. Goodbar, Bullitt, Monty Walsh), que realiza un trabajo en la línea de lo que requería el realizador, en el que la inocente Mia Farrow brilla sobre todo lo que la rodea. La banda sonora fue obra del polaco Krzysztof Komeda (Callejón sin salida, Dance of the vampires, El cuchillo en el agua), cuyo trabajo, aún sin ser excesivamente destacable, es bien utilizado durante la película.


Si dirigimos la mirada hacia el reparto nos encontramos en un caso similar: para el papel de Rosemary Woodhouse sonaron nombres como Jane Fonda, Sharon Tate o Tuesday Weld, aunque finalmente fue Mia Farrow, que triunfaba en la serie Peyton Place, la elegida. Su interpretación es sencillamente magistral. Para el papel de Guy Woodhouse se pensó en artistas como Steve Mcqueen, Tony Curtis, Robert Redford, Paul Newman o Jack Nicholson, aunque finalmente fue John Cassavetes el que dio vida al actor y esposo. En el resto del elenco destacan Sidney Blackmer en el papel de Roman Castevet y Ruth Gordon como Minnie Castevet, alzándose esta última con la estatuilla como Mejor actriz de reparto, premio para el que no fue nominada siquiera Mia Farrow, que sin duda lo merecía. Maurice Evans en el papel de Edward 'Hutch' Hutchins y Ralph Bellamy como el doctor Abraham Sapirstein completan el reparto principal.

ConclusiónRosemary's Baby (el título que se le puso en España es el spoiler mas fragante de la historia) es uno de esos trabajos que cualquier aficionado al séptimo arte debería disfrutar antes de pasar a mejor vida. Pasan los años, pero continúa conservando intacta su enorme calidad y esencia, dejando bien a las claras que las cosas bien hechas perduran en el tiempo y que el terror generado por la imaginación tiene mucho mas poder que el que pueden mostrarnos nuestros ojos. Prefiero quedarme con la expresión de Rosemary cuando por fin puede ver a su hijo. Sean felices, que no es poco.

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