
Año - 1948
Duración - 102 min.
País - Japón
Director - Akira Kurosawa
Guión - Akira Kurosawa y Keinosuke Uegusa
Música - Fumio Hayakawa
Fotografía - Takeo Ito
Montaje - Akikazu Kôno
Producción - Sôjirô Motoki
Productora - Toho
Género - Drama, Cine negro
Reparto - Takashi Shimura, Toshirô Mifune, Reisaburo Yamamoto, Chieko Nakakita, Michiyo Kogure, Noriko Sengoku, Eitaro Shindo, Choko Iida, Taiji Tonoyama, Katao Kawasaki, Sachio Sakai, Yoshiki Kuga, Shizuko Kasagi, Masao Shimizu, Sumire Shiroki
Cinco años después de su debut, el maestro Akira Kurosawa llevó a la gran pantalla un guión escrito por el mismo junto a Keinosuke Uegusa. Un drama con aroma a cine negro que supondría la primera de 16 colaboraciones entre el director y el inolvidable actor Toshirō Mifune, entregándole el papel protagonista de forma mas que acertada a un Takashi Shimura en estado de gracia. Como casi toda la obra del japonés, imprescindible.
Sinopsis: Sanada (Takashi Shimura) es un médico con un carácter muy peculiar, que vive atormentado por lo que pudo haber sido su vida y no fue ahogando sus penas en alcohol, aunque a pesar de todo, ejerce su labor con una dedicación casi absoluta en un barrio periférico del Tokio de postguerra, donde la mafia impone su ley en las calles. Un buen día, el doctor recibe a altas horas de la noche a un hombre (Toshirô Mifune), requiriendo le cure una herida en su mano que se hizo al golpearse con una puerta, pero en el transcurso de dicha cura, el doctor extraerá una bala de la herida, que iniciará una estraña relación entre ambos.
El director: Akira Kurosawa fue un director de cine japonés nacido en Shinagawa, un 23 de marzo de 1910. Durante su carrera dirigió más de 30 películas, entre ellas algunas tan conocidas como Los siete samuráis, Rashōmon o Dersu Uzala. En 1990 recibió un Óscar honorífico por su trayectoria

Akira Kurosawa era también conocido como Tenno (El Emperador), por su estilo como director. Era un perfeccionista que dedicaba enormes cantidades de tiempo y esfuerzo para lograr el efecto visual deseado. En Rashōmon, por ejemplo, tiñó el agua con tinta negra para lograr el efecto de lluvia intensa, y terminó empleando todo el suministro de agua de la zona para crear una tormenta. En Trono de sangre, en la escena final en la que Toshirō Mifune es alcanzado por las flechas, Kurosawa empleó flechas reales disparadas por arqueros expertos desde cerca, que se clavaron a sólo unos centímetros del cuerpo de Toshiro Mifune. En Ran hizo construir todo un castillo en las laderas del Monte Fuji, sólo para quemarlo hasta los cimientos en la escena clímax de la película. Otras historias similares sobre el perfeccionismo de Kurosawa hablan de que mandó que se invirtiera el sentido del flujo de un arroyo, para lograr un mejor efecto visual, o que hizo eliminar el tejado de una casa (para tener que reponerlo después) sólo porque le pareció que la presencia de ese tejado estropeaba una breve secuencia filmada desde un tren.
Su perfeccionismo también se manifestaba en su elección del vestuario: le parecía que dar al actor un traje recién hecho, restaba autenticidad al personaje. Para solventarlo, repartía el vestuario a los actores semanas antes de la filmación, y les obligaba a usarlo diariamente para "establecer un vínculo" con la ropa. En algunos casos, como en Los siete samuráis, en el que la mayor parte del reparto estaba formado por granjeros pobres, se instruyó a los actores para que se aseguraran de desgastar y destrozar la ropa antes del rodaje. Kurosawa era igualmente detallista con la música, por lo que solía buscar un solo instrumento (por ejemplo, sólo trompetas), para acompañar una escena en concreto. Únicamente al acercarse el final de sus películas se escucha música más compleja.
La película: Después de haber leído mucho sobre este genio del séptimo arte y de como la censura mutiló y consiguió evitar que sacara toda su magia, tenía curiosidad por ver alguno de sus primeros trabajos, aunque no esperaba encontrarme con una obra tan completa como la que hoy tratamos. La verdad es que este film marca un antes y un después en su filmografía, mostrando ya en el parte del enorme talento que atesoraba para este arte y dando rienda suelta a su capacidad para retratar al ser humano, mostrando sus carencias y sus virtudes de una forma única.