Año - 2014
Duración - 110 min.
País - Estados Unidos
Director - Rupert Wyatt
Guión - William Monahan
Música - Jon Brion y Theo Green
Fotografía - Greig Fraser
Montaje - Pete Beaudreau
Producción - Robert Chartoff, Stephen Levinson, Mark Wahlberg, David Winkler e Irwin Winkler
Productora - Paramount Pictures / Winkler Films
Género - Thriller, Drama, Remake
Reparto - Mark Wahlberg, Brie Larson, Jessica Lange, John Goodman, Michael K. Williams, Sonya Walger, Emory Cohen, Leland Orser, George Kennedy, Richard Schiff
Rupert Wyatt es el encargado de dirigir el remake de la película El jugador de 1974, dirigida por Karel Reisz y con James Caan como protagonista. En esta ocasión el guión es obra de William Monahan y el papel principal recae en un "inspirado" Mark Wahlberg, en un trabajo que merece la pena disfrutar, a pesar de varios peros que intentaremos desgranar aquí. Atención especial al trabajo del señor John Goodman, que a pesar de la brevedad de sus apariciones, es capaz de subir el tono de un film que podría haber dado mucho que hablar, quedándose en un mero entretenimiento, que a buen seguro tardará poco en desaparecer de la mente de los espectadores.
Sinopsis: Jim Bennett (Mark Wahlberg) es un profesor de literatura inglesa un tanto atípico, ya que tiene la, buena o mala costumbre, según se mire, de decir normalmente la verdad. Pero tras su apariencia de preocupado docente se esconde un enfermo cuya adicción al juego comienza a llegar a límites insospechados. Hijo de una familia acomodada, no escatima a la hora de derrochar dinero en apuestas de lo mas absurdas, pero sus deudas alcanzan ya límites inalcanzables para cualquiera, por lo que tendrá una semana para pagar lo que debe a varios acreedores de lo mas indeseables, dispuestos a todo por recuperar lo que es suyo.
La película: Estamos ante una de esas ocasiones en las que me da coraje hablar de una película, no ya porque sea de las que yo llamo insoportables, que creo que no es el caso, sino porque un trabajo que prometía muy mucho, se queda a mitad de camino en casi todo, desperdiciando la ocasión de entregarnos uno de esos títulos que llegan a lo mas alto, dejando una huella que permanece casi intacta por mucho tiempo. Pero no crean que les digo esto porque se trate de un remake, algo que esta será la última vez que mencione en este artículo, sino porque este si que podía haber merecido la pena de verdad, ya que tiene todos los mimbres para ello.
Lo primero que se me viene a la cabeza cuando recuerdo su visionado, ya que es algo a lo que llevo dándole vueltas dos días, es que como puede ser posible que el señor William Monahan, responsable de guiones para trabajos como Infiltrados (2006), Red de mentiras (2008), London Boulevard (2010) u Oblivion (2013), que gustarán mas o menos, pero al menos son medianamente decentes y relativamente honestos con el espectador, sea capaz de firmar un libreto como el que aquí es llevado a la gran pantalla, que no digo que sea calamitoso, pero si que respeta muy poco la inteligencia del aficionado a este arte, y voy a intentar explicar el porqué.
Cuando comencé a ver la película y vi como actuaba su protagonista, comencé a esperar el porqué de su poco cariño a la vida, ya que este en ningún momento muestra la tensión propia de cualquier adicto, sino que por el contrario mantiene la misma frialdad en todo momento. Lo único que podía explicar este comportamiento es la intención de este de perder lo poco o mucho que posee, incluso la vida según avanza el metraje, por lo que yo imaginaba algún hecho que le hubiera quitado las ganas de vivir o algo por el estilo, pero terminé la película y me di cuenta de que esto no es así. El que haya disfrutado de títulos como Shame, cuya crítica podéis leer aquí, o Días sin huella, que tenéis en este enlace, me entenderéis perfectamente. En este caso se puede decir que no hay evolución en la adicción, o al menos no resulta lo suficientemente bien expuesta, algo que resta mucha credibilidad a la historia y le aporta algo de monotonía.