Año - 1998
Duración - 94 min.
País - Reino Unido
Director - Mike Hodges
Guión - Paul Mayersberg
Música - Simon Fisher Turner
Fotografía - Mike Garfath
Montaje - Les Healey
Producción - Jonathan Cavendish y Christine Ruppert
Productora - Coproducción Channel Four Films / Filmstiftung Nrw / WDR / La Sept Cinema and Arte present a Little Bird / Tatfilm Production
Género - Intriga, Drama, Neo-noir
Reparto - Clive Owen, Alex Kingston, Gina McKee, Kate Hardie, Nicholas Ball, Nick Reding, Alexander Morton, Barnaby Kay, John Radcliffe, Sheila Whitfield, David Hamilton
El irregular realizador Mike Hodges, fue el director encargado de llevar a la gran pantalla un guión escrito por Paul Mayersberg, en un trabajo con un metraje muy ajustado y un aire a cine negro inconfundible, que tiene en la interpretación de un joven Clive Owen uno de sus principales atractivos, muy bien acompañado por la actriz Alex Kingston. Por desgracia, el uso de la cámara que hace el director y ciertos flecos del guión evitan que alcance cotas mas altas. Muy conseguida la forma en que se nos muestra el aire viciado propio de una sala de juego y la ambientación en general.
Sinopsis: Jack Manfred (Clive Owen) es un joven que intenta ser escritor sin tener excesiva inspiración ni saber muy bien por donde comenzar la que será su primera novela y sobrevive junto a su novia Marion (Gina McKee), una ex-policía que trabaja en la seguridad de unos grandes almacenes. Su vida dará un giro cuando su padre Jack (Nicholas Ball) le comunique por teléfono que le ha conseguido una entrevista para trabajar de Crupier en un casino. Tras conseguir el trabajo y aclimatarse poco a poco a el, comenzará a notar como su vida da un giro enorme y este comienza a afectar a su vida privada, aunque a la vez le sirve de inspiración para comenzar esa ansiada novela que desea escribir.
El director: Mike Hodges es un guionista y director de cine británico nacido en Bristol, Reino Unido, el 29 de julio de 1932. A pesar de que su carrera como director se extiende durante 22 años, en ella solo ha dirigido un total de 10 largometrajes. Debutó en 1971 con Asesino implacable (Get Carter), protagonizada por Michael Caine y que curiosamente es el mejor trabajo de toda su filmografía, al menos para mi. Tras el dirigió películas tan dispares como Historias peligrosas (1972), El hombre terminal (1974), Flash Gordon (1980), Los locos del planeta Blob (Ineptos interplanetarios) (1985), Réquiem por los que van a morir (1987), Más allá del arco iris (1989), Dandelion Dead (TV) (1994) y Fuera de control (2003), además de la que hoy nos ocupa.
La película: Este es uno de esos trabajos de los que me encantaría leer su guión, mas que nada porque estoy casi seguro de que este no fue muy bien llevado a la gran pantalla, o al menos, no todo lo bien que se podría haber hecho. Digo esto porque estamos ante un largometraje de esos que merece la pena ver, pero que a la vez te deja una sensación de ser claramente mejorable, algo que consigue desesperarme de forma notoria. La historia está bien contada, la intriga consigue mantenerte atento durante todo su metraje, pero cuando finaliza, parece intentar dejarte meditando por un tiempo, algo que cuando se consigue es una auténtica delicia, pero en esta ocasión a mi me dejó cara de tonto, que como comprenderéis no tiene nada que ver. Y creo que se debe a la torpeza de su director al rodar el final, un tanto precipitado e incompleto, al menos para mi gusto.
Películas sobre el juego hay muchas, y algunas muy buenas, pero la premisa de esta resulta bastante original en comparación con la de la mayoría, ya que en vez de poner en el punto de mira a los pobres desgraciados que malgastan su valioso tiempo y dinero en las salas de las que rara vez salen con algo mas de lo que llevaban en el momento de entrar en ellas, en esta ocasión son las personas que trabajan en los casinos y salas de juegos los que copan el protagonismo, mostrándonos como no resulta un trabajo fácil de sobrellevar, además de resultar realmente difícil conseguir que no afecte a tu vida privada, no ya solo por los difíciles horarios que han de soportar, de lo que personalmente podría darles un máster, sino también por el estrés y la tensión que este trae consigo, resultando prácticamente imposible separarlo de tu vida privada.