* Título original - Dance of the Vampires (The Fearless Vampire Killers or: Pardon Me, But Your Teeth Are in My Neck)
* Año - 1967
* Duración - 111 min.
* País - Reino Unido
* Director - Roman Polanski
* Guión - Gérard Brach, Roman Polanski
* Música - Christopher Komeda (AKA Krysztof T. Komeda)
* Fotografía - Douglas Slocombe
* Montaje - Alastair McIntyre
* Producción - Gene Gutowski
* Productora - Coproducción Reino Unido-EEUU; Metro-Goldwyn-Mayer
* Género - Comedia, Terror, Parodia
* Reparto - Jack MacGowran, Roman Polanski, Sharon Tate, Alfie Bass, Ferdy Mayne, Jessie Robins, Iain Quarrier, Terry Downes, Fiona Lewis
Roman Polanski escribió junto a Gérard Brach y dirigió esta película que queda a medio camino entre la parodia y el homenaje al subgénero tan de moda por aquellos tiempos, el de los vampiros. Un trabajo que tiene sus pros y sus contras, pero en el que hay varias escenas y gags que difícilmente te dejarán indiferente. Mención especial a la hermosa y posteriormente, tristemente desaparecida Sharon Tate, que poco después se convertiría en la esposa del director.
Sinopsis: El profesor Abronsius (Jack MacGowran) y su ayudante Alfred (Roman Polanski) viajan por el mundo con la sospecha de que cerca de allí hay un lugar donde se encuentran varios vampiros. Tras llegar a la posada de Shagal (Alfie Bass), Alfredse enamora perdidamente de la hija de este, Sara (Sharon Tate), pero ella desaparece misteriosamente por lo que ambos sospechan que puede estar en el castillo del conde von Krolock (Ferdy Mayne) y su hijo Herbert (Iain Quarrier), que viven totalmente aislados en el.
El director: Hablar de Roman Polanski es hablar de uno de los directores mas polémicos y que mas han dado que hablar en el mundo del cine. Hechos como el asesinato de su esposa, la actriz Sharon Tate que se encontraba embarazada de ocho meses, a manos de la banda de Charles Manson o las acusaciones de abusos sexuales de Samantha Gailey cuando tenía solo 13 años, son claras muestras de ello, aunque me limitaré a hablar de su obra, que por otra parte es lo que mas nos interesa, al menos a mi.
En cuanto a su carrera artística, ha ejercido como director, productor, guionista y actor, teniendo nacionalidad polaca y habiendo nacido en Francia. Comenzó su carrera como actor teatral, tras lo que cursó estudios en la Escuela de Cine de Łódź. Tras realizar varios cortos entre los que destacan 'Dos hombres y un armario' (1958), 'La lámpara' (1959) y 'Ángeles caídos' (1959), dirigió su primer largometraje, 'El cuchillo en el agua' (1962), iniciando una de sus mejores épocas como director en la que destacan 'Callejón sin salida' (1966), 'El baile de los vampiros' (1967) y 'La semilla del diablo' (1968), además de la que hoy nos ocupa.
Del resto de su extensa filmografía destacan 'Chinatown' (1974), 'El quimérico inquilino' (1976), 'Tess' (1979), 'Frenético' (1988), 'Lunas de hiel' (1992), 'La muerte y la doncella' (1994), 'El pianista' (2002), 'Un dios salvaje' (2011) y 'La Venus de las pieles' (2013), por nombrar algunas de las de mayor calidad. Como curiosidad comentar que no ha vuelto a pisar Estados Unidos ni el Reino Unido, por temor a ser recluido en prisión o extraditado, por lo que no asistió a la ceremonia de los Óscars de 2002, en la que obtuvo el Óscar al mejor director por 'El Pianista', y tuvo que rodar la película 'Oliver Twist' en Praga, con actores británicos.
La película: La primera vez que vi esta película, que se sale estrepitosamente de la senda que el director ha tomado en su carrera, me pareció un tanto irregular. De eso hace ya unos años y, como tengo la costumbre de hacer, la he vuelto a ver para realizar esta crítica. Y la verdad es que me dejó una sensación parecida, aunque hay que reconocer que tiene cierto encanto que hace que sea recomendable su visionado. Lo que no alcanzo yo a ver es la obra maestra que muchos perciben al disfrutarla, pero el cine, como cualquier arte, llega a cada persona de forma distinta, algo que lo hace aún mas grande.
Lo que si me queda claro es que estamos ante un trabajo difícil de clasificar, a ratos divertido, a ratos absurdo, por momentos deslumbrante y en otros vulgar. Te hace pasar de la carcajada al bostezo y viceversa en menos que canta un gallo, dejando cierto regusto agridulce, al menos es la sensación que a mi me ha causado. Ese regusto tiene mucho que ver con su guión, que muy lejos de estar bien rematado, es el abanderado de esa irregularidad que impide a la película elevarse al olimpo de los clásicos de todos los tiempos. Por lo tanto, me es imposible ponerla a la altura de una obra única como 'El jovencito Frankenstein', con la que algunos la comparan, aunque ello no quiera decir que no merezca la pena verla, ni mucho menos.
La mejor definición que yo encuentro para 'El baile de los vampiros' es que estamos ante una comedia de terror con ciertos tintes eróticos, que no disimula a la hora de homenajear a los clásicos de los que bebe. Estéticamente es una verdadera maravilla. Cada escenario, cada decorado, cada detalle, está perfectamente planificado y conseguido, al menos en ese sentido. Los nevados páramos, la sucia posada, el inquietante castillo, todos están muy bien diseñados y da gusto poder disfrutarlos. Por ello me parece un trabajo ideal para ver en invierno, cuando las condiciones climáticas se asemejan a las que vemos en el y podemos acurrucarnos bajo una manta a disfrutarla.
Otra de las cosas que no me han llegado a convencer es la banda sonora compuesta por Krzysztof Komeda, en especial esa canción empleada en su comienzo y en algunas escenas en particular que resulta bastante molesta. La fotografía de Douglas Slocombe es todo lo contrario, dando gran parte de la belleza que tiene la cinta. Consigue plasmar un aire a cuento gótico muy adecuado para mostrarnos los magníficos decorados empleados.
En cuanto a los personajes se refiere, tenemos al profesor Abronsius (Jack MacGowran), personaje que da gran parte de la comicidad que de vez en cuando nos regala el film. Junto a el, formando la extraña pareja protagonista, tenemos al habitualmente embobado Alfred (Roman Polanski), que parece increible que pasados los 30 tuviera esa cara de adolescente bobalicón. La nota sensual la pone Sara (Sharon Tate), que luce explendida en cada escena en la que participa. Destacar también al conde von Krolock (Ferdy Mayne) y su hijo Herbert (Iain Quarrier), con aire de galante caballero el primero y de hortera como pocos el segundo. Destacar también a Shagal (Alfie Bass) y su esposa Rebeca (Jessie Robins), padres de Sara y dueños de la posada.
Conclusión: Estamos ante un trabajo difícil de clasificar, aunque sin duda recomendable. Su magnífica ambientación merece por si sola su visionado, aunque hay que añadir un variopinto grupo de personajes y algunos momentos realmente divertidos. Lastima de no haber atinado mas con su irregular guión, algo que le hubiese dado un par de puntos mas, como mínimo. Lo que no alcanzo yo a ver es esa obra maestra que muchos aseguran tener delante y, créanme, no son pocos los que lo aseguran, así que no se lo piensen y véanla. Como mínimo pasaran un buen rato y quizás lleguen a estar de acuerdo con sus incondicionales, vete tu a saber. Sean felices.
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