Año - 2010
Duración - 114 min.
País - China
Director - Zhang Yimou
Guión - Yin Lichuan y Gu Xiaobai, basado en la novela homónima de Ai Mi
Música - Chen Qigang
Fotografía - Zhao Xiaoding
Montaje - Meng Peicong
Producción - Zhang Weiping, Cao Yuayi, Hugo Shong y Bill Kong
Productora - Beijing New Picture Film Co.
Género - Drama, Romance
Reparto - Zhou Dongyu, Shawn Dou, Chen Taisheng, Rina Sa, Xi Meijuan, Li Xuejian, Lü Liping, Sun Haiying
Sinopsis: Mientras que su padre ha sido encarcelado por sus ideas políticas y su madre lucha para alimentar a sus tres hijos, la joven Jing (Zhou Dongyu) es enviada a un remoto pueblecito para su reeducación, parte fundamental y necesaria si aspira a que su familia y ella misma puedan continuar con sus vidas. Pero allí conocerá a Sun (Shawn Dou), un joven hijo de un militar de alto rango de una posición social muy diferente, por lo que una relación entre ambos es poco menos que imposible. Un amor que marcará la vida de ambos para siempre.
El director: Nacido en la ciudad norteña de Xi'an en 1951, el director Zhang Yimou pertenece a la denominada Quinta generación del cine chino, integrada por directores que comenzaron su carrera tras la Revolución Cultural a finales de los años 70. Durante la misma (1966-1978), abandonó sus estudios y se integró en una granja de trabajo, donde trabajó como operario textil durante diez años. Acabada esta etapa, en 1978, con 28 años, retomó sus estudios e ingresó en la Academia de Cine de Pekín, logrando finalmente graduarse en 1982. Tras graduarse, empezó a trabajar como fotógrafo y dibujante.
Antes de director fue operador de cámara en la película Tierra amarilla de Chen Kaige (1984), que dio comienzo a una nueva etapa de cine chino más crítico con el estado y defensor de la importancia del individuo. Repitió en este rol, en otra película del mismo director, The Big Parade (1986).
Tras debutar en 1987 con Sorgo rojo, con la que ganó el Oso de Oro de Berlín, pasó a ser uno de los directores chinos con mayor proyección internacional. En su filmografía encontramos trabajos dispares de los que nombraremos varios: el magnífico drama romántico Ju Dou: Semilla de crisantemo (1990), el drama rural Qiu Ju, una mujer china (1992), el drama ambientado en los años 20 La linterna roja (1991), el drama familiar ¡Vivir! (1994), el drama La joya de Shanghai (1995), el drama rural Ni uno menos (1999), el drama romántico El camino a casa (1999), la comedia dramática Happy Times (2000), el drama de acción Hero (2002), la acción romántica de La casa de las dagas voladoras (2004), el drama La búsqueda (2005), la película de acción y aventuras La maldición de la flor dorada (2006), el drama bélico Las flores de la guerra (2011), en el que participa Christian Bale, el drama familiar Regreso a casa (2014), el drama romántico Lady of the Dynasty (2015), que dirigió junto al realizador Shi Qing, la decepcionante y fantástica La gran muralla (2016), el drama de acción Sombra (2018) o el drama One Second (2020). Para este mismo año se esperan Under the Light, un nuevo drama con la participación de Zhengjun He, Lei Jiayin y Li Naiwen, y Cliff Walkers, un thriller de espionaje con nombres como Zhang Yi, Zhang Hanyu, Amanda Qin y Zhu Yawen entre su reparo.
La película: Amor bajo el espino blanco podría situarse perfectamente en el lado opuesto de la balanza de trabajos como La casa de las dagas voladoras o La maldición de la flor dorada, en las que la acción y las artes marciales copaban el protagonismo por encima de otras virtudes que brillaban en menor medida. Es este un cine que necesita de una total predisposición del espectador, no apto para todos los gustos y basado principalmente en la sencillez en casi todos sus apartados. Sobresale en ella la enorme capacidad de su director para mostrar un sentimiento tan presente en el mundo del cine, pero tan difícil de no parecer idealizado o llegar a resultar empalagoso, como es el amor, auténtico protagonista del film.
Y es que una de las características mas llamativas de este trabajo es la forma en la que su realizador utiliza la situación social y política de su país en ese momento como un mero escenario, un condicionante de gran importancia en el desarrollo de la historia, al que Zhang Yimou nunca concede el protagonismo principal, ya que como el mismo declaró en mas de una ocasión, no quería hacer un trabajo de denuncia social o política, sino una hermosa historia de amor. Y vaya si lo consigue, dejándonos un trabajo que fluye de forma perfecta, en el que las miradas y los silencios ganan casi siempre la partida a los diálogos, utilizando constantemente esa habilidad que posee de alargar las escenas sin que pierdan un ápice de fuerza, sino mas bien al contrario.
La película: Amor bajo el espino blanco podría situarse perfectamente en el lado opuesto de la balanza de trabajos como La casa de las dagas voladoras o La maldición de la flor dorada, en las que la acción y las artes marciales copaban el protagonismo por encima de otras virtudes que brillaban en menor medida. Es este un cine que necesita de una total predisposición del espectador, no apto para todos los gustos y basado principalmente en la sencillez en casi todos sus apartados. Sobresale en ella la enorme capacidad de su director para mostrar un sentimiento tan presente en el mundo del cine, pero tan difícil de no parecer idealizado o llegar a resultar empalagoso, como es el amor, auténtico protagonista del film.
Y es que una de las características mas llamativas de este trabajo es la forma en la que su realizador utiliza la situación social y política de su país en ese momento como un mero escenario, un condicionante de gran importancia en el desarrollo de la historia, al que Zhang Yimou nunca concede el protagonismo principal, ya que como el mismo declaró en mas de una ocasión, no quería hacer un trabajo de denuncia social o política, sino una hermosa historia de amor. Y vaya si lo consigue, dejándonos un trabajo que fluye de forma perfecta, en el que las miradas y los silencios ganan casi siempre la partida a los diálogos, utilizando constantemente esa habilidad que posee de alargar las escenas sin que pierdan un ápice de fuerza, sino mas bien al contrario.