Año - 1983
Duración - 111 min.
País - Reino Unido
Director - Bill Forsyth
Guión - Bill Forsyth
Música - Mark Knopfler
Fotografía - Chris Menges
Montaje - Michael Bradsell
Producción - David Puttnam
Productora - Warner Bros. Pictures. Productor: David Puttnam
Género - Comedia. Drama. Romance
Reparto - Burt Lancaster, Peter Riegert, Denis Lawson, Peter Capaldi, Fulton Mackay, Jenny Seagrove, Jennifer Black, Christopher Rozycki, John Gordon Sinclair
Bill Forsyth escribió el guión y dirigió esta entrañable comedia costumbrista que transcurre en una hermosa localidad costera escocesa. Un trabajo sencillo, que se apoya en la belleza del lugar en el que transcurre y la riqueza de sus magníficos personajes, para firmar una obra de esas que se disfrutan con media sonrisa en la cara. Ideal para pasar un rato ameno con aire de cuento para adultos, Mención especial para el trabajo de Burt Lancaster, que aunque no interprete un papel excesivamente largo, consigue dejar ese sello particular que lo convirtió en uno de los grandes y a la magistral banda sonora de Mark Knopfler, una delicia para los sentidos. Ideal para dejarse llevar y acabar enamorándose del idílico lugar y sus peculiares habitantes.
Sinopsis: Mac (Peter Riegert) es un negociador de éxito que es enviado por la multinacional en la que trabaja a negociar junto a Oldsen (Peter Capaldi), un empleado de la compañía en la zona, la compra de una amplia franja de costa donde planean construir una refinería. Nada mas llegar a la isla conocen a Urquhart (Denis Lawson), gerente del hotel y encargado de ponerlos en contacto con los habitantes del lugar, que rápidamente se deciden a vender ante la posibilidad de ganar una buena suma de dinero. El principal escollo es entonces Ben Knox (Fulton Mackay), un ermitaño que vive en la playa que heredó un antepasado suyo hace años y que no está dispuesto a abandonar el que ha sido su hogar solo por dinero.
El director: Bill Forsyth es un cineasta nacido en Glasgow, Escocia, el 29 de julio de 1946. Se adentró en el mundo cinematográfico con tan solo 17 años; cuando comenzó a trabajar como asistente para un realizador de documentales. A lo largo de los años 60, estudió en la escuela de cine y trabajó como asistente de montaje para la BBC. Tras dirigir el documental Islands of the West (1972), debutó con el largometraje de bajo presupuesto That Sinking Feeling (1980), cuyos actores eran en su mayoría jóvenes actores de teatro. Tras ella dirigió su primer trabajo de cierto nivel, Gregory's Girl (1981), tras la que dirigió la que hoy nos ocupa, Un tipo genial (1983). Su filmografía se completa con Comfort and Joy (1984), la magnífica Housekeeping (1987), su mejor película para mi junto a la que hoy comentamos, además de la primera que rodó con bandera estadounidense, Un ladrón y medio (1989), Un hombre perdido en el tiempo (1994) y Gregory's Two Girls (1999), su último trabajo.
La película: Muy de vez en cuando, llega a mis manos un trabajo de esos de los que nunca había oído hablar, que con el paso del tiempo solo ha sobrevivido en la memoria de un puñado de espectadores sin hacer demasiado ruido, pero que consigue renovar en mi esa ilusión que me hizo amar este arte y volver a convencerme de que no es necesario un gasto enorme para conseguir hacer una buena película. Un tipo genial ha entrado con fuerza en ese selecto grupo de películas con un encanto especial, cuya aparente sencillez esconde una enorme riqueza que ningún aficionado debe dejar pasar. Para que os hagáis una idea de como es este trabajo, lo voy a comparar con una serie que siempre me encantó, salvando las lógicas distancias entre ambos productos, muy diferentes entre si. Esa serie es Doctor en Alaska, un producto en el que muchas de sus tramas eran una simple escusa para disfrutar de sus inolvidables personajes y las relaciones entre estos y el doctor llegado de la gran ciudad.
En esta ocasión, en vez de un doctor que se traslada a un pueblecito de Alaska seguiremos a dos negociadores que trabajan para una gran multinacional, que llegarán al hermoso lugar decididos a rematar una gran operación, muy importante para el futuro de la empresa, pero que acabará por exterminar el encanto del singular enclave. El mundo del que vienen nada tiene que ver con el que acaban de conocer, por no hablar ya de sus habitantes, que inmediatamente llamarán la atención de ambos. Pero las ventajas y comodidades de la gran ciudad nunca podrán competir con la huella que un paraíso natural deja en quien se detiene ante él el tiempo suficiente como para admirarlo. El contacto con la naturaleza y la tranquila forma de vida de sus habitantes ensombrecen su propia existencia, abriéndoles los ojos a la realidad.