Año - 1957
Duración - 96 min.
País - Estados Unidos
Dirección - Alexander Mackendrick
Guion - Ernest Lehman y Clifford Odets
Música - Elmer Bernstein
Fotografía - James Wong Howe
Montaje - Alan Crosland
Producción - James Hill
Productora - Norma Productions, Hill-Hecht-Lancaster Productions
Reparto - Burt Lancaster, Tony Curtis, Susan Harrison, Martin Milner, Sam Levene, Barbara Nichols, Emile Meyer
Género - Drama, Cine negro, Periodismo
Alexander Mackendrick, uno de esos directores injustamente infravalorados, nos regaló esta maravillosa mezcla de drama y cine negro en el que la violencia no es precisamente física. Con un magnífico guion de Ernest Lehman y Clifford Odets, la excelente fotografía de James Wong Howe, la música de Elmer Bernstein y The Chico Hamilton Quintet y las brillantes actuaciones de Tony Curtis y, por encima de todo, un estelar Burt Lancaster, estamos ante una de esas joyas que todo aficionado al cine debería disfrutar. De los mejores diálogos que nos ha dejado este arte.
Sinopsis - J. J. Hunsecker (Burt Lancaster) es un poderoso y ambicioso columnista acostumbrado a dominar toda una ciudad a través de la información que habitualmente consumen sus más de 60 millones de lectores. Su único punto débil es su hermana pequeña Susan (Susan Harrison), a la que ya no puede controlar como siempre ha hecho. Cuando ésta se enamora apasionadamente de Steve (Martin Milner), un guitarrista de jazz que no es de su agrado, obligará a uno de sus agentes de prensa, el amoral Sidney Falco (Tony Curtis), a tomar cartas en el asunto.
El director - Alexander MacKendrick fue un director de cine estadounidense de origen escocés nacido en Boston, Massachusetts, el 8 de septiembre de 1912. Fue el hijo único de Francis Robert MacKendrick y Martha MacKendrick, emigrantes de Glasgow, Escocia a los Estados Unidos dos años antes del nacimiento del director. Su padre era un constructor naval e ingeniero civil. Cuando MacKendrick tenía seis años, su padre moriría víctima de la Gripe española. Su madre trabajó como modista después de la muerte de Francis al mismo tiempo que dejaba a Alex al cargo de sus abuelos, por lo que Mackendrick volvería a Escocia con siete años de edad. Mackendrick nunca volvería a ver a su madre.
Se formó en el Hillhead High School desde 1919 hasta 1926 y estuvo tres años en el Glasgow School of Art, hasta que en la década de los 30, se trasladaría a Londres para trabajar como director en diferentes anuncios de la firma J. Walter Thompson. En 1937 MacKendrick escribiría su primer guion para una película Midnight Menace, junto con su primo Roger MacDougall y en 1943, se convertiría en el director de la segunda unidad junto al realizador italiano Roberto Rossellini, en la película Roma, ciudad abierta.
Debutó como director de películas de ficción en la comedia británica Whisky a gogó en 1949, a la que seguirían varios trabajos europeos como El hombre vestido de blanco (1951), Mandy (1952), La bella Maggie (1954) o El quinteto de la muerte (1955), su película más taquillera, donde Peter Sellers y Herbert Lom brillan como nunca.
En 1955 regresaría a Estados Unidos donde debutó con Chantaje en Broadway (1957), un rotundo éxito con Tony Curtis y Burt Lancaster como protagonistas. Tras algunos telefilms para televisión, en los 60 dirigió Sammy (Huida hacia el sur) (1963), Viento en las velas (1965), de la que os hablamos en este artículo y No hagan olas (1967), para después abandonar el cine y convertirse en profesor del California Institute of the Arts. Años mas tarde explicó sus motivos: "No estaba preparado para todos los problemas logísticos y financieros, y las productoras me decían las películas que tenía que hacer. Al final, me di cuenta que era mucho más feliz dando clases que haciendo películas. En Hollywood descubrí que para hacer películas, tienes que ser un gran negociador. Y yo no sirvo para esto. Me di cuenta que es un mal negocio". MacKendrick no pudo volver a Europa y murió debido a una neumonía en 1993. Sus restos se encuentran en el Cementerio Westwood Village Memorial Park.
La película - Resulta curioso comprobar como hay trabajos en este, o en cualquier otro arte, que son constantemente alabados, mencionados y puestos como ejemplo. Normalmente uno ha de reconocer tras disfrutarlos, que realmente merecen el bombo que han recibido. Pero igualmente resulta incomprensible ver como hay otros, como el que hoy nos ocupa, que pasan muy desapercibidos y nunca recogen el reconocimiento al que sin lugar a dudas tienen derecho. Desconozco los motivos, pero lo que si os puedo asegurar es que Sweet Smell of Success debería de utilizarse como ejemplo para cualquiera que quiera realizar buen cine, siendo como es sobresaliente en la mayoría de sus apartados.