Año - 1961
Duración - 89 min.
País - Estados Unidos
Director - William Castle
Guión - Ray Russell
Música - Von Dexter
Fotografía - Burnett Guffey
Montaje - Edwin H. Bryant
Producción - William Castle
Productora - William Castle Productions / Columbia Pictures
Género - Terror, Intriga, Drama
Reparto - Oskar Homolka, Ronald Lewis, Audrey Dalton, Guy Rolfe, Vladimir Sokoloff, Erika Peters, Lorna Hanson
William Castle fue el realizador encargado de producir y dirigir esta película titulada originalmente como Mr. Sardonicus, llevando a la gran pantalla un guión escrito por Ray Russell. Un trabajo en el que su director regresa al cine clásico de terror de los años 30 y 40, en el que tanto juego dieron la ambientación gótica, las mansiones en lugares remotos e inaccesibles y temas tan recurrentes como la profanación de tumbas, aunque no consiga llegar a la altura de los mejores títulos de la época de la Hammer. Serie B con un encanto indiscutible, una ambientación muy lograda y cierta originalidad, aunque viendo su principio no lo parezca. Su principal lastre, algunas actuaciones un tanto forzadas y el inexorable paso del tiempo.
Sinopsis: Sir Robert Cargrave (Ronald Lewis) es un prominente doctor e investigador londinense que un buen día recibe una carta sellada de la que fue su gran amor, Maude (Audrey Dalton), que ahora vive en Gorslava junto a su esposo, el misterioso Barón Sardonicus (Guy Rolfe), en la que le pide ayuda urgente sin precisar poco mas. Tras el largo viaje es recogido por Krull (Oskar Homolka), un criado del Barón al que le falta un ojo, que lo lleva al remoto castillo donde se encuentra con Maude. Esta le cuenta que el Barón sufre una extraña aflicción que espera que el pueda ayudar a curar, ya que teme la reacción de este si Robert no accede a los deseos del extraño personaje.
El director: William Castle fue un director, productor y actor cinematográfico estadounidense nacido el 24 de abril de 1914 en Nueva York. La mayor parte de su adolescencia la pasó trabajando en Broadway en diversas ocupaciones que iban desde el montaje de decorados hasta la actuación, hasta que a los 23 años de edad se trasladó a Hollywood, donde trabajó como ayudante de dirección de Orson Welles en La dama de Shanghai (1947). Aunque trabajó varios géneros, es principalmente recordado por títulos de terror de serie B, de las que nombraré varias: Escalofrío (1959), La mansión de los horrores (House on Haunted Hill) (1959), Los 13 fantasmas (1960), La vieja casa oscura (1963), El caso de Lucy Harbin (1964) o Jugando con la muerte (1965). También produjo y tuvo un breve papel sin diálogos en la película de Roman Polanski La semilla del diablo (Rosemary's Baby, 1968).
La película: La historia de William Castle es realmente curiosa y merece ser tenida en cuenta, a pesar de que en su extensa trayectoria nos haya dejado apenas un puñado de títulos que merezcan ser revisionados. Era conocido por ser un director diferente a lo habitual, muy amigo de las novedades, a las que daba una gran promoción, a pesar de realizar siempre cine de bajo presupuesto. Cuentan que, además de producir, quiso dirigir Rosemary's Baby, aunque por fortuna, y viendo los resultados conseguidos por Polanski, el estudio se opuso a ello. Una de esas novedades era la llamada Punisment Poll, una votación que hacía entre el público que asistía a ver sus películas, que supuestamente decidían la suerte del villano de turno, aunque en realidad solo se conoce un final para cada trabajo, por lo que era mas una cuestión de marketing que otra cosa.
En el trabajo que hoy nos ocupa, Castle realiza un pequeño homenaje al cine clásico de terror, volviendo a introducir en su película varios de los ingredientes que hicieron estremecer a varias generaciones. Una de sus virtudes, sin embargo, es la originalidad de su historia, ya que a pesar de que en un primer momento puede parecer lo contrario, nada tiene esta que ver con ningún trabajo anterior. Eso si, he de avisar que tras una primera introducción que nos muestra al doctor Robert Cargrave (Ronald Lewis) recibiendo la carta de su eterno amor, lo normal es que el espectador se escame un poco: un largo viaje, la recogida de un extraño criado lisiado, el viaje en coche de caballo por tierras donde no parece crecer casi nada o la llegada al misterioso y oscuro castillo, recuerdan y mucho a otro título de cuyo nombre no quiero acordarme, pero ahí queda la cosa, por lo que no debéis preocuparos.
La historia coge su propio camino y resulta bastante entretenida y bien llevada a la pantalla. El guión de Ray Russell (La obsesión, El hombre con rayos X en los ojos, La cámara de los horrores, El íncubo) se puede denominar como bastante satisfactorio, manteniendo un buen ritmo durante toda su duración, teniendo varios momentos con diálogos bastante interesantes y un final perfectamente cerrado y bastante logrado. Está basada en un cuento llamado Sardonicus, que fue publicado originalmente en la revista Playboy. El problema, desde mi punto de vista, es que el director enfoca la historia en exceso en esconder la deformación del curioso Barón, algo que ignoro si es por falta de presupuesto, o simplemente por como era el realizador, pero que creo innecesario y que no le hace demasiado bien a la cinta. Claro, que puede que en la época tuviera un mejor efecto sobre el público que a día de hoy, que ya hemos visto de casi todo.
De todas formas hay que decir que el trabajo del especialista televisivo Ben Lane es bastante bueno para la época, aunque un tanto exagerado quizás, recordando este al protagonista de la película El hombre que ríe, dirigida por Paul Leni (1928), que a su vez fue la inspiración para la creación del famoso Joker, uno de los supervillanos rivales de Batman. La fotografía es obra del genial Burnett Guffey (El político, De aquí a la eternidad, El hombre de Alcatraz, Bonnie and Clyde), consiguiendo muy buenos resultados y contribuyendo decisívamente a la ambientación del film. En el montaje de Edwin H. Bryant destaca un extenso flashback central en el que el Barón cuenta al doctor Robert como pasó de ser un simple campesino llamado Marek Toleslawski a conseguir su título y como calló sobre el la terrible maldición que padece, al intentar recuperar un billete de lotería premiado. La banda sonora fue encargada a Von Dexter, compositor ligado habitualmente a Castle.
En cuanto al reparto de la película, el nivel resulta un tanto irregular, encontrando algunos integrantes en el que no resultan excesivamente creíbles en algunos momentos, aunque tampoco sea motivo suficiente como para no disfrutarla. De Guy Rolfe interpreta al Barón Sardonicus de forma correcta, mientras que Oskar Homolka da vida a Krull, el criado de confianza de este, realizando un buen trabajo. Donde no quedo tan convencido es viendo la labor de Ronald Lewis como el doctor Robert Cargrave y la de Audrey Dalton como Maude, la esposa del Barón. Ambos realizan un trabajo meritorio, pero que por momentos resulta algo forzado, como por ejemplo durante su estancia en el castillo, que no parece forzada como debiera ser. Erika Peters interpreta a Elenka, la esposa del Barón cuando se llamaba Marek y Lorna Hanson interpreta a Anna, una sirvienta del Barón.
Conclusión: Mr. Sardonicus no pasará quizás a la historia como uno de los mejores títulos del cine clásico de terror, pero no dedicarle la hora y media que dura es perderse un trabajo bastante ameno y efectivo, filmado con escasos medios y con el aroma inconfundible de la serie B. Su originalidad, la atmósfera conseguida y su brillante final, que mas quisieran para si obras con muchísimo mas presupuesto, garantizan un rato de diversión ante la pantalla, disfrutando de un realizador que destacó mas por su imaginación para promocionar sus películas, que por su dominio como narrador de historias, aunque el guión de esta es tan potente, que necesita poco para merecer la pena. Cine de terror del que no volveremos a ver. Sed felices, que no es poco.
Fuentes consultadas: Filmaffinity, Imdb, Wikipedia y Youtube
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