Los cuatrocientos golpes (Les 400 Coups) - François Truffaut (1959)

Título original - Les Quatre Cents Coups (Les 400 Coups) 
Año - 1959
Duración - 94 min.
País - Francia 
Dirección - François Truffaut
Guion - Marcel Moussy y François Truffaut
Música - Jean Constantin
Fotografía - Henri Decaë 
Montaje - Marie-Josèphe Yoyotte
Producción - Georges Charlot
Productora - Les Films du Carrosse
Reparto - Jean-Pierre Léaud, Claire Maurier, Albert Rémy, Guy Decomble, Georges Flamant, Patrick Auffay, Jeanne Moreau
Género - Drama / Nouvelle vague, Película de culto


François Truffaut escribió junto a Marcel Moussy y dirigió este dramático retrato de la sociedad de la época, y mas concretamente de la lucha del joven Antoine Doinel por huir de una vida ingrata que no le permite ser feliz, en la que los que no siguen las reglas establecidas son tratados como delincuentes. En su manera de mostrar gran parte de sus frustraciones personales, el realizador francés nos regaló esta maravilla que no pierde su vigencia con el paso de los años. Mención especial a la brillante interpretación del joven Jean-Pierre Léaud y a la magnífica fotografía de Henri Decaë


Sinopsis - Con sólo catorce años, Antoine Doinel se ve obligado no sólo a ser testigo de los problemas conyugales de sus padres, sino también a soportar las exigencias de un severo profesor. Un día, asustado porque no ha cumplido un castigo impuesto por el maestro, decide hacer novillos con su amigo René. Inesperadamente, ve a su madre en compañía de otro hombre; la culpa y el miedo lo arrastran a una serie de mentiras que poco a poco van calando en su ánimo. Deseando dejar atrás todos sus problemas, sueña con conocer el mar y traza con René un plan para escaparse.

El directorFrançois Roland Truffaut fue un director, crítico y actor de cine francés nacido en París, 6 de febrero de 1932. Reconocido en el registro civil como hijo por Roland Truffaut, un delineante (o arquitecto y decorador), François Truffaut nunca llegó a conocer a su verdadero padre. Su madre Jeanine de Montferrand, que era secretaria en el periódico L'Illustration, será recordada en su cine conflictivamente. Su infancia fue más bien desgarrada y conflictiva, estudiando en la escuela de la rue Clauzel y en el liceo Rollin, aunque nunca fue un alumno ejemplar. A partir de 1939, el joven Truffaut, que era un lector apasionado de literatura, también se pasaba la vida en el cine, a veces durante las horas en las que debería estar en clase. 

Entre las muchas películas de Truffaut, cabe destacar la serie en la que aparece el personaje de Antoine Doinel, interpretado por el actor Jean-Pierre Léaud, quien inicia con 14 años su carrera de actor en Los cuatrocientos golpes (1959): será el actor-fetiche y alter ego del propio Truffaut, con el que le confundieron alguna vez, según aparece en Les aventures de Antoine Doinel, libro prologado por Truffaut que recoge sus guiones de toda esa secuencia de filmes. Esta serie seguirá hasta El amor en fuga (1979), entre las que figuran El amor a los veinte años (1962), Besos robados (1968) y Domicilio conyugal (1970) junto a Claude Jade en el papel de Christine, amiga y mujer de Doinel. Una hija de Truffaut, Eva Truffaut, seguía en 2004 buscando las últimas escenas de su padre y ha producido un serial radiofónico El diario de Alphonse, en donde aparecen Christine Doinel (Claude Jade) y su hijo Alphonse (Stanislas Merhar).

Lector apasionado, Truffaut llevará al cine multitud de novelas: Policiacas: La novia vestía de negro (1968), La sirena del Misisipi (1969) de William Irish, Vivamente el domingo (1983), de Charles Williams, Tirad sobre el pianista (1960) de David Goodis y Una chica tan decente como yo (1972) de Henry Farrell; Satírico-costumbristas: Jules y Jim (1962) y Las dos inglesas y el amor (1971); De ciencia-ficción: Fahrenheit 451 (1966), de Ray Bradbury; y un relato de fantasmas de Henry James, La habitación verde (1978), que es un film que revela lo más profundo de sus inquietudes: la amistad, la pasión, la muerte.

El resto de las películas de Truffaut surgen de guiones originales, a menudo realizados junto a sus grandes colaboradores, Suzanne Schiffman, o Jean Gruault. Son películas de temas muy diversos, que van desde Diario íntimo de Adela H. (1975)., basada en la vida de la hija de Víctor Hugo, con Isabelle Adjani, o La noche americana (1973), un auténtico homenaje al cine, que fue premiado con el Óscar a la mejor película de habla no inglesa, o también El último metro (1980), película que se desarrolla durante la ocupación alemana de Francia y con la que ganó diez Premios César concedidos por la Academia del Cine Francés. Pero como el propio director decía "no hay buenas historias, sólo hay buenas películas".

Dirigió películas hasta su muerte a los 52 años, concretamente el 21 de octubre de 1984 en Neuilly-sur-Seine, debido a un tumor cerebral. Sus restos descansan en el cementerio de Montmartre en París.

La película - Siendo fiel a la manera en la que me gusta escribir sobre una película o serie, antes de hacerlo realizo un nuevo visionado de la misma, que me permite refrescar mis recuerdos sobre ella y evitar un sobrecalentamiento innecesario de mi memoria. Hacerlo con Les 400 Coups ha sido todo un placer, como no podía ser de otra forma, revitalizando mis agradables recuerdos y permitiéndome recrearme con toda la riqueza de la autobiográfica Ópera prima del señor Truffaut. Pero de igual manera que me ha permitido disfrutar de ella, también me ha servido para reafirmar algo que ronda constantemente por mi mente, la dificultad para valorarla que tienen los que no han vivido, aunque no sea en primera persona, una época como en la que la película está ambientada, habiendo nacido en una sociedad totalmente diferente a la que este trabajo nos muestra.


Porque, siendo realistas, como pueden entender la soledad a la que se enfrenta un personaje como Antoine Doinel, agobiado entre los problemas familiares que respira en casa y la dureza de la educación que recibe, sin mas escapatoria que los cuatro ratos que pasa junto a su amigo René Bigey, personas que han tenido la suerte de nacer en una sociedad que los antepone a todo y a todos, al menos mientras son menores de edad. Cuanto menos resulta complicado. Todo lo que en este magnífico trabajo se describe, sirve para zarandear la memoria de los que hemos sufrido en nuestras carnes esos castigos indescriptibles que salían de la mente de profesores, que por aquellos entonces eran pilares fundamentales de la sociedad, cuyos métodos no eran ni tan siquiera cuestionados, pero que para las personas que no los han sufrido en sus carnes, resultan hasta cómicos, produciéndoles una sensación de incredulidad que resulta incluso lógica, si lo pensamos detenidamente.

De igual forma, y para ser justos, hay que valorar Los cuatrocientos golpes en el momento histórico en el que se creó, echando una mirada atrás a los cánones con los que se regía el cine de su época y a la valentía con la que se realizó en su momento, suponiendo una bocanada de aire fresco que haría tambalearse a los pilares en los que el séptimo arte reposaba, abriendo un abanico de posibilidades que hoy día damos por hechas, pero que en su momento eran poco menos que impensables. François Truffaut realizó un trabajo redondo, un canto a la libertad realizado desde el alma de alguien que sufrió como lo hace su protagonista en su adolescencia, de alguien a quien la imagen de su madre le trae sentimientos encontrados y cuya infancia y adolescencia reposa sobre el como una pesada losa, cuyo peso al menos pudo aliviar un poco realizando esta maravillosa obra. 

Destaca en ella su magnífico guion, escrito por el realizador francés junto a Marcel Moussy (Saint-Tropez Blues, Tirad sobre el pianista, La sentence), llevado a la pantalla con una aparente sencillez, que en realidad esconde una gran simbología en cada mínimo detalle, ofreciendo un brillante retrato de la sociedad francesa de la época y del ansia de la juventud por no vivir bajo las absurdas reglas establecidas en una sociedad enferma y autocomplaciente. Igualmente destacable es la fotografía de Henri Decaë (Los niños del Brasil, El silencio de un hombre, El profesional), que ofrece un auténtico recital en el uso de la cámara, sin decorados artificiales, tanto en interiores como en exteriores, así como el montaje de Marie-Josèphe Yoyotte (La guerra de los botones, Mi hombre es un salvaje, La séptima víctima) o la música del cantautor Jean Constantin, que ponen su granito de arena al inolvidable resultado final. 


Pero nada de ello hubiera servido de nada sin la increíble actuación del joven Jean-Pierre Léaud, que da vida de forma magistral a Antoine Doinel, nuestro querido protagonista. Además de las cualidades innatas que en el se observan, hay que destacar como Truffaut supo sacar el máximo de el, basando su trabajo en la sencillez y la naturalidad. Junto a el podemos destacar a Patrick Auffay en el papel de René Bigey, el mejor amigo de Antoine; Claire Maurier como Gilberte, su madre; Albert Rémy como Julien, su padrastro o Guy Decomble en el papel de Sourpuss, el Profesor que lo traerá de cabeza en el colegio. Destacar también que el realizador francés dedicó la película al crítico cinematográfico André Bazin, que falleció justo cuando estaba a punto de comenzar el rodaje de la película, una figura realmente influyente en el director. 

Conclusión Les 400 Coups es un trabajo de una riqueza incuestionable, que catapultará a los espectadores de cierta edad a su juventud, pero que igualmente deberían de visualizar las generaciones mas jóvenes. Tras su aparente sencillez, se esconde un profundo estudio de sus personajes y de la sociedad en la que viven, además de un canto a la libertad y a la necesidad que tenemos de luchar para conseguir alcanzarla. Una avalancha de emociones que continúa teniendo una total vigencia, a pesar de que la sociedad ha evolucionado mucho desde entonces. Imprescindible.



Fuentes - Filmaffinity, IMDb, Wikipedia y Youtube

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