Año - 1954
Duración - 94 min.
País - Francia
Director - Jacques Becker
Guión - Albert Simonin, Jacques Becker y Maurice Griffe, basado en la novela de Albert Simonin
Música - Jean Wiener
Fotografía - Pierre Montazel
Montaje - Marguerite Renoir
Producción - Robert Dorfmann
Productora - Coproducción Francia-Italia; Del Duca Films / Antares Produzione Cinematografica
Género - Thriller, Drama, Cine negro
Reparto - Jean Gabin, René Dary, Dora Doll, Vittorio Sanipoli, Marilyn Buferd, Gaby Basset, Paul Barge, Alain Bouvette, Daniel Cauchy, Denise Clair, Angelo Dessy, Jeanne Moreau, Lino Ventura
Jacques Becker escribió el guión en 1954 junto a Maurice Griffe y Albert Simonin, autor de la novela en la que se basa, y dirigió este excelente largometraje que ha servido de espejo para muchos otros mas tarde y con el que recobró notoriedad un magnífico Jean Gabin, considerado por muchos como uno de los mejores actores franceses de todos los tiempos, si no el mejor. Un trabajo filmado con una enorme atención en cada uno de sus detalles, por pequeño que este sea, que presta especial atención a los personajes y a los escenarios donde se mueven, sin dejar de lado en ningún momento la trama, dándole un toque característico dentro del cine negro, en el país donde el termino film noir fue acuñado por el crítico Nino Frank.
Sinopsis: Max (Jean Gabin) y Ritón (Rene Dary) son dos veteranos criminales que acaban de dar el golpe que esperan les sirva para poder retirarse con tranquilidad. Lo único que los separa de ello es conseguir colocar el jugoso cargamento de oro con el que se han hecho, algo que no será fácil, ya que Josy (Jeanne Moreau), la ex novia de Ritón, tiene conocimiento de los hechos y junto a Angelo Fraiser (Lino Ventura), el gánster con el que acaba de comenzar una relación, intentará hacerse con el oro antes de que ambos lo consigan vender.
El director: Jacques Becker fue un director de cine francés nacido en París, el 15 de septiembre de 1906. Casado con la actriz Françoise Fabian y padre del también director Jean Becker, es autor de varios clásicos del cine galo. De su filmografía destacaremos varios títulos: Goupi mains rouges (1943), Falbalas (1945), Se escapó la suerte (1947), Cita en julio (1949), Édouard et Caroline (1951), Calle de la Estrapada (La mudanza de Françoise) (1952), París bajos fondos (1952), Las aventuras de Arsenio Lupin (1957), Los amantes de Montparnasse (1958) y La evasión (1960), además de la que hoy nos ocupa. Ninguna de ella baja del siete en las principales webs de cine, así que podéis elegir con total tranquilidad sin temor a equivocaros.
La película: A un director como Jacques Becker tiene mucho que agradecerle el cine galo, como por ejemplo la realización de clásicos como París bajos fondos (1952) o La evasión (1960), pero si hay algo que realmente hemos de destacar en el día de hoy y mirando el trabajo del que os vamos a hablar, es la recuperación que con ella hizo del gran actor Jean Gabin, que tanto brillara en títulos como La bandera (1935), Los bajos fondos (1936), Cara de amor (1937), La gran ilusión (1937), El muelle de las brumas (1938), La bestia humana (1938), Amanece (1939), Remordimientos (1941) o Marea de luna (1942). Y es que este trabajo no sería el mismo sin la participación del genial actor, que realiza aquí toda una demostración de saber estar ante las cámaras, derrochando presencia y mucha clase.
Pero además, hay que agradecerle al realizador francés el hecho de realizar un trabajo en el que deja un sello personal inconfundible, que con posterioridad serviría de inspiración para multitud de directores. En ese sello destacan cualidades como el desarrollo de los personajes, algo que no solo podemos observar en los principales, sino también en los secundarios, por muy pequeño que sea su papel, además de la concienzuda recreación que se realiza del entorno en el que se mueven, plasmado con todo lujo de detalles para deleite del espectador que sepa valorarlo. El resultado es una obra que, sin olvidar en ningún momento la trama, adquiere una riqueza que rara vez podemos disfrutar en otros trabajos del género.
Pero claro, puede que para los mas impacientes esto suponga un problema, ya que en un principio el realizador se toma su tiempo en describir como y donde viven nuestros protagonistas, algo que hace que podamos conocer con precisión el escenario donde transcurre la historia, pero en mi opinión esto no hace mas que enriquecer una historia que poco a poco coge ritmo y gana en interés. Es este un cine mas elegante de lo habitual, en el que nuestros mafiosos realizan todo lo que se les presupone, pero paso a paso, meditando cada acción y no dejándose llevar nunca por la precipitación que los podría llevar a la ruina en un suspiro. Saben que sus días de gloria han pasado y que han de andar con pies de plomo. A cambio tenemos la posibilidad de asistir al avance de la trama de forma que difícilmente se nos escape nada, a menos que no prestemos la mas mínima atención.
Y para ello Jacques Becker se rodea de un equipo que realiza un trabajo intachable, comenzando por la fotografía, que fue encargada a Pierre Montazel (Se escapó la suerte , Si Versalles pudiera hablar, Obsession, Napoleón), que realiza un trabajo que raya la perfección en cada momento, tanto en interiores, donde nos pasea por todo un abanico de escenarios frecuentemente frecuentados por mafiosos y vividores, como en los exteriores, donde brilla especialmente poniendo especial atención en cada toma. El montaje es obra de Marguerite Renoir, cuyos resultados son igualmente satisfactorios, mientras que la banda sonora está firmada por Jean Wiener (Los bajos fondos, Au hasard Balthazar, Mouchette), un pianista y compositor francés, autor de más de 350 trabajos, tanto para cine como para televisión, que en esta ocasión realiza un trabajo sobrio y muy apropiado, que está perfectamente integrado en la película.
En el magnífico reparto elegido para la ocasión resulta difícil encontrar a algún miembro de este que desentone, por no decir imposible. Hay que destacar, eso si, la figura de un espléndido Jean Gabin que da vida al bueno de Max, un veterano gánster con unos modales impecables, que ante los ojos de cualquiera es un señor acomodado, pero que continúa manteniendo el respeto de todo el que lo conoce, al que el actor personifica de forma irreprochable. A su lado tenemos a René Dary como Ritón, su compañero y amigo de toda la vida. Una jovencísima Jeanne Moreau da vida a Josy, la ex novia de Ritón, mientras que Dora Doll hace lo propio con Lola, su compañera en el cabaret y la hermosa Marilyn Buferd da vida a Betty, con la que Max mantiene una relación. Señalar que Lino Ventura realiza aquí su primer papel en el cine tras retirarse de lucha grecorromana, interpretando a Angelo Fraiser, un mafioso que utilizará a Josy para intentar hacerse con el oro robado por nuestros protagonistas. Me dejo varios atrás, pero como he comentado anteriormente, el nivel general es excelente.
Conclusión: No tocar la pasta es un trabajo en el que cada detalle está mimado con exquisito detalle, dando una vuelta de tuerca dentro de un género en el que los franceses siempre tuvieron mucho que decir. Su ritmo es pausado pero siempre in crescendo, manteniendo, e incluso ampliando, el interés poco a poco, para llevarnos en volandas por una historia contada con eficacia y suma elegancia, casi tanta como la que derrocha su excelente protagonista, un Jean Gabin que pudo dar un nuevo impulso a su carrera gracias a ella, y sin el que podéis estar seguro de que estaríamos ante un trabajo muy diferente. Mención especial a la magnífica fotografía de Pierre Montazel, una gozada para los sentidos. El romanticismo del hampa en su mayor expresión, en una historia donde la amistad y el honor tienen mucho que decir.
Fuentes consultadas: Filmaffinity, Imdb, Wikipedia y Youtube
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