Año - 1948
Duración - 100 min.
País - Estados Unidos
Director - John Huston
Guión - Richard Brooks y John Huston, basada en la obra de teatro homónima de Maxwell Anderson
Música - Max Steiner
Fotografía - Karl Freund
Montaje - Rudi Fehr
Producción - Jerry Wald
Reparto - Humphrey Bogart, Edward G. Robinson, Lauren Bacall, Lionel Barrymore, Claire Trevor, Thomas Gomez, Harry Lewis, John Rodney, Marc Lawrence, Dan Seymour, Monte Blue, William Haade
Productora - Warner Bros. Pictures
Género - Cine negro, Thriller
Inmediatamente después de rodar la magnífica El tesoro de Sierra Madre, el realizador John Huston escribió junto a Richard Brooks y dirigió su último trabajo con la Warner, el quinto en su filmografía. Rodeándose de un excelente reparto plagado de estrellas e intentando restar en todo momento la teatralidad innata que derrocha la historia, Huston firma un trabajo en el que los diálogos, las expresiones y los gestos comparten protagonismo por igual y la tensión fluye entre ellos de forma magistral. Todo un clásico del noir estadounidense catalogado como obra menor por parte de la crítica. Con media docena de trabajos así al año me conformaba yo.
Sinopsis: Frank McCloud (Humphrey Bogart) es un veterano de guerra que viaja a Cayo Largo, en Florida, para visitar al padre (Lionel Barrymore) y a la viuda (Lauren Bacall) de un compañero muerto en combate. Pero lo que en principio era una visita de cortesía se complicará por la presencia de un grupo de gansters a las ordenes de Johnny Rocco (Edward G. Robinson), al que también acompaña su novia (Claire Trevor), con los que quedarán atrapados por una fuerte tormenta y serán tomados como rehenes en el interior del hotel propiedad de la viuda y el padre de su antiguo compañero.
El director: John Huston fue un director, guionista y actor de cine estadounidense nacionalizado irlandés, nacido en Nevada, Misuri, el 5 de agosto de 1906.
Considerado por méritos propios como uno de los mejores realizadores de todos los tiempos, fue un personaje tan brillante como controvertido, que nos dejó un legado como director de 40 títulos para el recuerdo, de los que mencionaré algunos, no necesariamente los mejores (eso queda a gusto de cada consumidor): El halcón maltés (1941), El tesoro de Sierra Madre (1948), Cayo Largo (1948), La jungla de asfalto (1950), La reina de África (1951), Moulin Rouge (1952), Moby Dick (1956), Los que no perdonan (1960), Vidas rebeldes (1961), Freud, pasión secreta (1962), La noche de la iguana (1964), Reflejos en un ojo dorado (1967), Paseo por el amor y la muerte (1969), El juez de la horca (1972), El hombre de Mackintosh (1973), El hombre que pudo reinar (1975), Evasión o victoria (1981), El honor de los Prizzi (1985) o El honor de los Prizzi (1985).
Sus memorias, lectura mas que recomendable, finalizan con una reflexión sobre lo que el mismo hubiera cambiado en su vida, fiel reflejo de como la vivió: "Pasaría más tiempo con mis hijos; ganaría el dinero antes de gastármelo; aprendería los placeres del vino en lugar de los de las bebidas fuertes; no fumaría cuando tuviera pulmonía y no me casaría por quinta vez".
La película: Si dedicamos un rato a repasar las opiniones de aficionados y críticos sobre la obra que hoy nos ocupa podemos encontrar casi de todo, desde los que no salen convencidos de la actuación de Humphrey Bogart y Lauren Bacall, los que piensan que Huston realizó este trabajo a regañadientes y solo por quedarle una película que filmar con la Warner, los que no la meten entre las mejores películas del realizador, los que opinan que su guión es mejorable en algunos aspectos, los que ven en ella poco menos que una obra maestra y así podría llevarme hasta mañana. En lo que casi todos coinciden es en darle como mínimo un siete de nota, siendo muchos los que suben esta hasta llegar a casi la excelencia, por lo que creo que como mínimo se merece un visionado. Lo que normalmente ocurre con trabajos de este nivel es que lees opiniones que los encumbran tanto que a la hora de visualizarla hay quien puede sentirse un tanto decepcionado, aunque no haya sido ese mi caso.
Para mi estamos ante un trabajo imprescindible, en el que la tensión se masca en el ambiente y los reducidos espacios donde se desarrolla son un protagonista mas y no secundario precisamente. Lo que en él no me acaba de convencer del todo es la relación que se establece entre Humphrey Bogart y Lauren Bacall, un tanto forzada y poco creíble en algunos momentos, algo que hablando de una pareja que nos ha dejado películas como Tener y no tener, dirigida por Howard Hawks (1944), en la que la relación entre ambos llenaba la pantalla y copaba todo el protagonismo, resulta un tanto chocante y te descoloca un poco. Además en su magnífico reparto también aparecen un Edward G. Robinson espléndido y una Claire Trevor que realiza una actuación magistral (le valió para ganar el Oscar a la mejor secundaria), por lo que el trabajo de la pareja eterna queda un tanto eclipsado.
Pero no quiero que se confundan, lo que acabo de exponerles no debería ser nunca motivo como para dejar de disfrutar una película que ocupa un lugar de honor en la historia del cine, ya que trabajos como este son los que consiguieron que el cine negro perdurara en el tiempo como lo hizo, los que nos hacen repasar una y otra vez la historia de este arte y seguir buscando pequeñas maravillas que hayamos pasado por alto o volver a disfrutar de obras que, como ocurre con esta que hoy nos ocupa, siguen haciéndote disfrutar de ese cine que ya no se hace. John Huston hizo aquí lo que mas le gustaba hacer, viajar hasta el lugar que tenía en mente o donde se desarrollará la historia y dejar que en su mente fueran apareciendo entre copa y copa, muy poco a poco, las escenas que al final llevaba a la pantalla.
También sorprendió bastante en su momento que decidiera adaptar la obra de teatro con la que comparte nombre de Maxwell Anderson, que había pasado sin pena ni gloria por los escenarios, pero para ello redactó él mismo su guión junto a Richard Brooks, alterando suficientemente la historia e incluso introduciendo en ella una pequeña parte de la novela To Have and Have Not (1937), del señor Hemingway, un capitulo concretamente. ¿Es mejorable?, casi todos lo son, pero el resultado realmente merece la pena ser disfrutado. Además realizó también varias escenas en exteriores, obsesionado con maquillar el origen teatral de la misma. Hay que destacar la notable fotografía de Karl Freund (Drácula, Te quiero, Lucy, Metrópolis, Our Miss Brooks), un artista que en el momento del rodaje tenía ya mas de 35 años de experiencia, algo que se nota en su trabajo y mucho. Tanto las escenas de exteriores como las de interior están perfectamente filmadas, contribuyendo en estas últimas a la creación de la densa atmósfera que se respira en todo momento y que no hace mas que crecer y crecer.
El reparto de Cayo Largo debe de ser el sueño de cualquier realizador, aunque cada cual tiene sus gustos y necesidades. Humphrey Bogart interpreta a Frank McCloud, un veterano de guerra ex-compañero del que fue esposo de Nora Temple, interpretada por Lauren Bacall e hijo de James Temple, al que da vida Lionel Barrymore, a los que va a visitar a la isla. En ella encuentra a un grupo de gansters liderados por Johnny Rocco, interpretado por un inmenso Edward G. Robinson. Junto a el viaja Gaye Dawn, a la que da vida de forma estelar Claire Trevor, una antigua cantante con problemas con el alcohol. Solo por ver la actuación de los dos últimos ya merece la pena la película. Entre el resto del reparto destacan nombres como Thomas Gómez, Harry Lewis, John Rodney, Marc Lawrence o Dan Seymore, entre otros. Un nivel difícilmente mejorable.
Conclusión: Key Largo (Cayo Largo en España) es uno de esos trabajos que me gusta volver a ver cada cierto tiempo. Una película de personajes, de gestos, miradas y diálogos, en la que resulta una delicia disfrutar de la asfixiante atmósfera que en ella se respira. Además contiene escenas realmente difíciles de olvidar y filmadas de forma sobresaliente, como la de Johnny Rocco fumándose un puro en la bañera, la de la canción que obliga a interpretar a Gaye Dawn o la rodada en el barco. Un trabajo que yo no me atrevo a clasificar dentro de la filmografía de John Huston, principalmente porque cada espectador tiene sus gustos y eso lo dejo al de cada cual. Personalmente si pienso que nunca me perdería un trabajo con este reparto y por ello recomiendo su visionado. Por cierto, es la cuarta y última película de Lauren Bacall y Humphrey Bogart juntos, por si les sirve de algo.
Fuentes consultadas: Filmaffinity, Imdb, Wikipedia y Youtube
La película: Si dedicamos un rato a repasar las opiniones de aficionados y críticos sobre la obra que hoy nos ocupa podemos encontrar casi de todo, desde los que no salen convencidos de la actuación de Humphrey Bogart y Lauren Bacall, los que piensan que Huston realizó este trabajo a regañadientes y solo por quedarle una película que filmar con la Warner, los que no la meten entre las mejores películas del realizador, los que opinan que su guión es mejorable en algunos aspectos, los que ven en ella poco menos que una obra maestra y así podría llevarme hasta mañana. En lo que casi todos coinciden es en darle como mínimo un siete de nota, siendo muchos los que suben esta hasta llegar a casi la excelencia, por lo que creo que como mínimo se merece un visionado. Lo que normalmente ocurre con trabajos de este nivel es que lees opiniones que los encumbran tanto que a la hora de visualizarla hay quien puede sentirse un tanto decepcionado, aunque no haya sido ese mi caso.
Para mi estamos ante un trabajo imprescindible, en el que la tensión se masca en el ambiente y los reducidos espacios donde se desarrolla son un protagonista mas y no secundario precisamente. Lo que en él no me acaba de convencer del todo es la relación que se establece entre Humphrey Bogart y Lauren Bacall, un tanto forzada y poco creíble en algunos momentos, algo que hablando de una pareja que nos ha dejado películas como Tener y no tener, dirigida por Howard Hawks (1944), en la que la relación entre ambos llenaba la pantalla y copaba todo el protagonismo, resulta un tanto chocante y te descoloca un poco. Además en su magnífico reparto también aparecen un Edward G. Robinson espléndido y una Claire Trevor que realiza una actuación magistral (le valió para ganar el Oscar a la mejor secundaria), por lo que el trabajo de la pareja eterna queda un tanto eclipsado.
Pero no quiero que se confundan, lo que acabo de exponerles no debería ser nunca motivo como para dejar de disfrutar una película que ocupa un lugar de honor en la historia del cine, ya que trabajos como este son los que consiguieron que el cine negro perdurara en el tiempo como lo hizo, los que nos hacen repasar una y otra vez la historia de este arte y seguir buscando pequeñas maravillas que hayamos pasado por alto o volver a disfrutar de obras que, como ocurre con esta que hoy nos ocupa, siguen haciéndote disfrutar de ese cine que ya no se hace. John Huston hizo aquí lo que mas le gustaba hacer, viajar hasta el lugar que tenía en mente o donde se desarrollará la historia y dejar que en su mente fueran apareciendo entre copa y copa, muy poco a poco, las escenas que al final llevaba a la pantalla.
También sorprendió bastante en su momento que decidiera adaptar la obra de teatro con la que comparte nombre de Maxwell Anderson, que había pasado sin pena ni gloria por los escenarios, pero para ello redactó él mismo su guión junto a Richard Brooks, alterando suficientemente la historia e incluso introduciendo en ella una pequeña parte de la novela To Have and Have Not (1937), del señor Hemingway, un capitulo concretamente. ¿Es mejorable?, casi todos lo son, pero el resultado realmente merece la pena ser disfrutado. Además realizó también varias escenas en exteriores, obsesionado con maquillar el origen teatral de la misma. Hay que destacar la notable fotografía de Karl Freund (Drácula, Te quiero, Lucy, Metrópolis, Our Miss Brooks), un artista que en el momento del rodaje tenía ya mas de 35 años de experiencia, algo que se nota en su trabajo y mucho. Tanto las escenas de exteriores como las de interior están perfectamente filmadas, contribuyendo en estas últimas a la creación de la densa atmósfera que se respira en todo momento y que no hace mas que crecer y crecer.
El reparto de Cayo Largo debe de ser el sueño de cualquier realizador, aunque cada cual tiene sus gustos y necesidades. Humphrey Bogart interpreta a Frank McCloud, un veterano de guerra ex-compañero del que fue esposo de Nora Temple, interpretada por Lauren Bacall e hijo de James Temple, al que da vida Lionel Barrymore, a los que va a visitar a la isla. En ella encuentra a un grupo de gansters liderados por Johnny Rocco, interpretado por un inmenso Edward G. Robinson. Junto a el viaja Gaye Dawn, a la que da vida de forma estelar Claire Trevor, una antigua cantante con problemas con el alcohol. Solo por ver la actuación de los dos últimos ya merece la pena la película. Entre el resto del reparto destacan nombres como Thomas Gómez, Harry Lewis, John Rodney, Marc Lawrence o Dan Seymore, entre otros. Un nivel difícilmente mejorable.
Conclusión: Key Largo (Cayo Largo en España) es uno de esos trabajos que me gusta volver a ver cada cierto tiempo. Una película de personajes, de gestos, miradas y diálogos, en la que resulta una delicia disfrutar de la asfixiante atmósfera que en ella se respira. Además contiene escenas realmente difíciles de olvidar y filmadas de forma sobresaliente, como la de Johnny Rocco fumándose un puro en la bañera, la de la canción que obliga a interpretar a Gaye Dawn o la rodada en el barco. Un trabajo que yo no me atrevo a clasificar dentro de la filmografía de John Huston, principalmente porque cada espectador tiene sus gustos y eso lo dejo al de cada cual. Personalmente si pienso que nunca me perdería un trabajo con este reparto y por ello recomiendo su visionado. Por cierto, es la cuarta y última película de Lauren Bacall y Humphrey Bogart juntos, por si les sirve de algo.
Fuentes consultadas: Filmaffinity, Imdb, Wikipedia y Youtube
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