Año - 1952
Duración - 114 min.
País - Estados Unidos
Dirección - Vincente Minnelli
Guión - Charles Schnee, basado en una historia de George Bradshaw
Música - David Raksin
Fotografía - Robert Surtees
Montaje - Conrad A. Nervig
Producción - John Houseman
Productora - Metro-Goldwyn-Mayer (MGM)
Género - Drama
Reparto - Lana Turner, Kirk Douglas, Walter Pidgeon, Dick Powell, Barry Sullivan, Gloria Grahame, Gilbert Roland, Leo G. Carroll, Vanessa Brown, Paul Stewart, Sammy White, Elaine Stewart, Ivan Triesault
Sinopsis - El productor Harry Pebbel (Walter Pidgeon) reúne en Hollywood a el guionista James Lee Bartlow (Dick Powell), la actriz Georgia Lorrison (Lana Turner) y el director Fred Amiel (Barry Sullivan), que se niegan a hablar siquiera por teléfono con Jonathan Shields (Kirk Douglas), ya en su inevitable declive, que los necesita si quiere conseguir financiación para una película. Los tres recordarán su relación con Shields y cómo los utilizó de una u otra forma para conseguir el éxito, algo que no parecen estar dispuestos a perdonar.
El director - Vincente Minnelli fue un director de cine estadounidense nacido en Chicago (Illinois), el 28 de febrero de 1903. Hijo de Mina Mary Lalouette Le Beau y Vincent Charles Minnelli, vivió y creció en una familia dedicada al teatro, ya que su padre era el director del Minnelli Brothers' Tent Theater, que cruzaba todo el Medio oeste de los Estados Unidos. Tras colaborar en trabajos como Mundo celestial (Strike Up the Band, 1940) y Babes on Broadway (1941), con Mickey Rooney y Judy Garland (su futura esposa de 1945 a 1951). Debutó como director con el modesto musical Una cabaña en el cielo (Cabin in the Sky,1943), que fue acogido de forma discreta por crítica y público. Su consolidación llegó con Cita en San Luis (Meet me in Saint Louis, 1944), con Judy Garland.
Dirigió más de una treintena de títulos entre los que podemos destacar El reloj (The Clock, 1945), con Judy Garland y Robert Walker; Ziegfeld Follies (1945), que dirigió junto a Lemuel Ayers, Roy Del Ruth, Robert Lewis, George Sidney, Merrill Pye y Charles Walters; Corrientes ocultas (Undercurrent, 1946), con Katharine Hepburn, Robert Taylor y Robert Mitchum; El pirata (The pirate, 1948), con Judy Garland y Gene Kelly; Madame Bovary (1949), con Jennifer Jones y Louis Jourdan; El padre de la novia (Father of the Bride, 1950), con Spencer Tracy, Elizabeth Taylor y Joan Bennett; Un americano en París (An American in Paris, 1951), con Gene Kelly y Leslie Caron; Melodías de Broadway (The Band Wagon, 1953), con Fred Astaire y Cyd Charisse; Brigadoon (1954), con Gene Kelly y Cyd Charisse; La tela de araña (The Cobweb, 1955), con Richard Widmark y Lauren Bacall; La maravillosa El loco del pelo rojo (Lust for Life, 1956), con Kirk Douglas y Anthony Quinn; Mi desconfiada esposa (Designing Woman, 1957), con Gregory Peck y Lauren Bacall; Como un torrente (Some Came Running, 1958), con Frank Sinatra, Dean Martin y Shirley MacLaine; Con él llegó el escándalo (Home from the Hill, 1960), con Robert Mitchum, Eleanor Parker, George Peppard y George Hamilton; Los cuatro jinetes del apocalipsis (The Four Horsemen of the Apocalypse, 1962), con Glenn Ford e Ingrid Thulin o Castillos en la arena (The Sandpiper, 1965), con Elizabeth Taylor, Richard Burton, Eva Marie Saint, Charles Bronson y Robert Webber.
Lo que son las cosas, no fue hasta Gigi (1958), cuando recibió el reconocimiento unánime que merecía, siendo nominada a nueve Oscars que acabó llevándose, entre ellos los de Mejor director y Mejor película. En 1974, publicó sus memorias bajo el título I Remember It Well.
La película - En la historia del cine existen numerosos ejemplos de películas que han pretendido mostrar como es el mundo del séptimo arte desde dentro, intentando abrir una ventana al espectador para que se haga una idea, más o menos fiel a la realidad, de cómo funciona la industria cinematográfica. Entre mis preferidas puedo nombrar títulos como El crepúsculo de los dioses (Billy Wilder, 1950), La condesa descalza (Joseph L. Mankiewicz, 1954), The Big Knife (Robert Aldrich, 1955), Fellini, ocho y medio (Federico Fellini, 1963), El último magnate (Elia Kazan, 1976) o Caza de brujas (Irwin Winkler, 1991). Cualquiera de ellas merece la pena ser disfrutada, como mínimo.
En el caso que hoy nos ocupa, la historia gira alrededor de un productor, magníficamente interpretado por Kirk Douglas, sin ningún tipo de miramiento hacia quien lo rodea, capaz de hacer lo que sea necesario y pasar por encima de quien sea necesario para conseguir sus objetivos. Por lo tanto, y es algo que quiero que les quede claro, Cautivos del mal no nos habla del proceso creativo de realizar una película, ni nada por el estilo. Lo que si hace a la perfección es mostrar la trastienda de este, todo ese mundillo frenético que se movía en Hollywood en esa maravillosa época, en el cual esa realmente difícil hacerte un hueco y relativamente sencillo perderlo.
Vincente Minnelli sabía perfectamente del talento del que disponía, por lo que su maestría está en dejar que este fluyese sin excesivos cortapisas. La mejor prueba de ello es la interpretación de Kirk Douglas, que consigue retratarnos a la perfección a ese pícaro sin escrúpulos que, sin embargo, cae bien, algo que la propia película utiliza como base, haciendo que en el recaiga todo el peso de la historia. Un personaje capaz de sacar lo mejor de una actriz, un director o un guionista, de elevarlos hasta límites insospechados, aunque igualmente capaz de abandonarlos a su suerte en el momento que dejan de entrar en sus planes, de ser necesarios por uno u otro motivo.
Lo mejor que se puede decir de Cautivos del mal, es que la podemos denominar como un trabajo redondo, en el que prácticamente todo funciona como un reloj, aportando su granito de arena al brillante resultado final. Comenzando por la música de David Raksin (Tiempos modernos, Laura, La Vida Secreta de Walter Mitty), que compuso música para más de 100 películas, lo que unido a su extenso trabajo para televisión, hizo que se le conociera en la época como El abuelo de las bandas sonoras, continuando por la fotografía de Robert Surtees (Las minas del rey Salomón, Ben‑Hur, El graduado), que ganó sendos premios de la academia por las dos primeras, y finalizando por el montaje de Conrad A. Nervig (Historia de dos ciudades, Las minas del rey Salomón, La viuda alegre), que pasó casi toda su carrera trabajando para Metro-Goldwyn-Mayer, dejándonos mas de 80 trabajos. Como pueden comprobar, todas son apuestas seguras para conseguir un nivel excelente.
En cuanto al reparto se refiere, basta con mencionar nombres como Lana Turner (El extraño caso del Dr. Jekyll, Senda prohibida, El cartero siempre llama dos veces), Walter Pidgeon (La señora Miniver, Madame Curie, Funny Girl), Dick Powell (Historia de un detective, Venganza, Las tres noches de Susana), Gilbert Roland (El mensaje de Fátima, Duelo en el fondo del mar, Barbarosa), Barry Sullivan (Astucia de mujer, Los indomables, Nido de águilas), Gloria Grahame (¡Qué bello es vivir!, Los sobornados, Encrucijada de odios), que se alzó merecidamente con el Oscar a la mejor actriz secundaria en el trabajo que nos ocupa, o Kirk Douglas (Carta a tres esposas, El loco del pelo rojo, Senderos de gloria), centro indudable de toda la trama.
Conclusión: The Bad and the Beautiful (Cautivos del mal en España) es para un servidor el trabajo que mejor refleja como era el mundillo que movía el séptimo arte en su época de mayor esplendor. Intentar encontrar algo distinto en ella, os puede dejar un sabor un tanto amargo, ya que no estamos ante un trabajo que intente siquiera mostrar como se hace una película, sino mostrar como se conseguía formar parte de alguna, aunque sea de forma suave para que no se repita en exceso, pero sobre todo busca mostrar como eran ciertos personajes que se movían en el mundo del cine. Elementos como Jonathan Shields podréis encontraros muchos durante vuestra vida, que pero dudo que posean el carisma del gran Kirk Douglas. Lo único que me queda es preguntaros si realmente amáis este arte, ya que si la respuesta es afirmativa, podéis disfrutar como enanos de esta maravilla. Sed felices, que no es poco.
Conclusión: The Bad and the Beautiful (Cautivos del mal en España) es para un servidor el trabajo que mejor refleja como era el mundillo que movía el séptimo arte en su época de mayor esplendor. Intentar encontrar algo distinto en ella, os puede dejar un sabor un tanto amargo, ya que no estamos ante un trabajo que intente siquiera mostrar como se hace una película, sino mostrar como se conseguía formar parte de alguna, aunque sea de forma suave para que no se repita en exceso, pero sobre todo busca mostrar como eran ciertos personajes que se movían en el mundo del cine. Elementos como Jonathan Shields podréis encontraros muchos durante vuestra vida, que pero dudo que posean el carisma del gran Kirk Douglas. Lo único que me queda es preguntaros si realmente amáis este arte, ya que si la respuesta es afirmativa, podéis disfrutar como enanos de esta maravilla. Sed felices, que no es poco.
Fuentes - Wikipedia, Filmaffinity
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